En 'El Espejo'

Mons. Benavent analiza la nota de Doctrina de la Fe sobre la validez de fórmulas bautismales alternativas

El presidente de la C. E. de Doctrina de la Fe de la CEE explica las razones por las que estas fórmulas no son válidas

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Todo nace de una consulta a la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede sobre la validez del uso, en algunos lugares, de fórmulas alternativas a la oficial para la celebración del sacramento del Bautismo. Fórmulas como "Nosotros, el padre y la madre, el padrino y la madrina, los abuelos, los familiares, los amigos y la comunidad, te bautizamos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". En una nota emitida el pasado 6 de agosto, la Congregación para la Doctrina de la Fe comunicaba que los bautismos celebrados bajo esa fórmula no son válidos. En 'El Espejo' de la Cadena COPE, monseñor Enrique Benavent, obispo de Tortosa y presidente de la Comisión Episcopal de Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española ha explicado las razones de esta decisión.

Las personas que han empleado esa fórmula en un bautismo aseguran que quieren remarcar el carácter comunitario del sacramento y la implicación de la familia. Mons. Benavent señala que estos argumentos no justifican la alteración de la fórmula, porque "la dimensión comunitaria de los sacramentos no significa que todos lo tengan que hacer todo en un sacramento. Significa que, la Iglesia, en su conjunto, está presente en esa celebración; que los sacramentos son acciones de la Iglesia, que no actúa por iniciativa propia, sino obedeciendo e interpretando la voluntad de Cristo".

"El hecho de que, en los sacramentos, el ministro sea una persona física concreta no contradice la dimensión comunitaria, porque en los sacramentos, el ministro no actúa en nombre propio, sino en nombre de la Iglesia. Es un sujeto personal y eclesial, y esto es lo que garantiza que el sacramento sea un acto eclesial y, porque es un acto eclesial, es un acto comunitario", explica el obispo de Tortosa, que remarca que "tal vez, la intención es buena, pero el camino para realizar esa intención no es el adecuado".

La nota de Doctrina de la Fe, citando al teólogo Romano Guardini, recuerda que hay que diferenciar entre la oración personal del creyente, donde se despliega la sensibilidad de cada uno, y la acción litúrgica de la Iglesia, con esa objetividad que le es propia. "En la liturgia, la subjetividad del creyente se subordina a la fe objetiva de la Iglesia", explica monseñor Benavent, mencionando a Guardini. "Esta nota habla del sacramento del Bautismo, pero sabemos que se han dado otras alteraciones en el sacramento de la Penitencia, en la celebración de la Eucaristía... en el fondo nacen de opiniones personales, que se difunden, se convierten en una moda y acaban alterando la esencia del sacramento. La fórmula es la expresión de lo que la Iglesia objetivamente cree sobre el sacramento. Alterar la fórmula es priorizar la propia visión personal de las cosas sobre la que tiene la Iglesia. Es subordinar la fe de la Iglesia a mi visión de las cosas. En el fondo, es pensar que yo sé más que la Iglesia", señala el presidente de la C. E. de Doctrina de la Fe de la CEE.

"La doctrina de la Iglesia siempre ha dicho que el ministro ha de tener la intención de hacer lo que hace la Iglesia. Es decir, ha de celebrar el sacramento desde lo que la Iglesia cree sobre ese sacramento. Pero la comunidad también debe percibir que el ministro tiene esa intención, para poder tener la certeza de que allí hay sacramento. Por eso, el respeto a la fórmula establecida por la Iglesia es la manifestación objetiva y pública que hace el ministro de que tiene la intención de hacer lo que hace la Iglesia", asegura monseñor Enrique Benavent.

El obispo de Tortosa explica que "una intencionalidad entendida únicamente como un sentimiento interior que se mantendría empleando fórmulas distintas, introduce ante el resto de la Iglesia un elemento de inseguridad sobre el sacramento que, en el caso del Bautismo, como ha subrayado esta nota, pone en peligro los fundamentos de la misma vida eclesial. Porque no olvidemos que el Bautismo es el sacramento que capacita para recibir los otros sacramentos. Y si alguien no ha sido válidamente bautizado, toda la vida sacramental posterior de esa persona entra en una crisis muy profunda".

Contra aquellos que sostienen que la fórmula válida para administrar el sacramento del Bautismo concentra demasiado el poder en la figura del sacerdote, monseñor Benavent recuerda que "los sacramentos son acciones de la Iglesia, pero no sólo. Sobre todo, son acciones personales del mismo Cristo. La Iglesia siempre ha enseñado que el ministro actúa in persona Christi. Es decir, presta su persona a la acción personal del mismo Cristo. Por eso, como nos recuerda esta nota doctrinal, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza; y cuando un sacerdote perdona, es Cristo quien perdona".

"Por eso, insistir como lo ha hecho la Iglesia Católica en la importancia de que el sacramento tiene que ser administrado por el ministro adecuado, que es un ministro personal, e insistir en la fidelidad de ese ministro a las normas de la Iglesia es también una manera de decir que el sacramento no es una acción impersonal. 'Nosotros, los padres, los padrinos...', en el fondo ¿quién es la persona? Insistir en la importancia de la acción del ministro concreto es también una manera de decir que el sacramento es una acción personal de Cristo", afirma el presidente de la Comisión Episcopal de Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española.