En 'El Espejo'

Nace la Asociación 'Ciudades por la Fraternidad"

Creada por el Movimiento de los Focolares, ya se han sumado cuatro ayuntamientos de distinto signo en Aragón, Murcia y Extremadura.

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, decía que mientras la libertad y la igualdad se han desarrollado como verdaderas categorías políticas, no ha sucedido lo mismo con la fraternidad. Para conseguirlo, fundó el Movimiento Político por la Unidad, que ha promovido encuentros y grupos de trabajo que, por ejemplo en Italia, han conseguido desbloquear algunas leyes tras muchos años.

En esa línea se sitúa la Asociación 'Ciudades por la Fraternidad', que acaba de nacer en España para unir a ayuntamientos, personas y asociaciones para proponer la fraternidad como instrumento y fin del bien común y de una sociedad inclusiva. Ya se han sumado como socios fundadores los ayuntamientos de Caravaca de la Cruz (Murcia), Aínsa (Huesca), Utrillas (Teruel) y Don Álvaro (Badajoz), además de cuatro asociaciones y 56 personas físicas. El método de trabajo será el diálogo entre la sociedad civil, las asociaciones, las diversas formas de voluntariado, de modo que descubran la belleza de pensar y trabajar juntos por un proyecto común.

Lo innovador de la iniciativa es que conecta a municipios donde gobiernan distintas fuerzas políticas, pero no implica solo al gobierno, sino también a toda la corporación. Los impulsores piensan que si la fraternidad entrase en el ámbito político, empezando por los ayuntamientos, el giro sería copernicano.

Esta iniciativa tiene que ver con recuperar el ideal de la vocación política, que consiste en ponerse al servicio de una comunidad, de un pueblo. A través de la experiencia de la fraternidad se descubre que en otros partidos también hay parte de verdad y se enriquece la vida democrática, en la que las relaciones humanas deben tener un papel más importante. Si la fraternidad se incorpora como parte de un proyecto político, se hace posible no gobernar contra nadie, ni solo como expresión de una parte de los ciudadanos, sino de toda la sociedad.