EN 'EL ESPEJO'

Un monasterio de perdón y paz construido sobre el genocidio hutu-tutsi en Burundi

Durante la guerra hutu-tutsi, murieron 40 alumnos en ese monasterio, que era antes un seminario. Hoy, es un lugar dedicado al perdón y la paz

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José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Eran las 5.30h de la mañana cuando un grupo de rebeldes hutus llegó al seminario menor de Buta, en Burundi, donde los 250 alumnos todavía dormían. Entraron y ordenaron: "Los hutus a un lado, los tutsis al otro". Pero los chavales no obedecieron. Se agarraron de la mano. Alguien dijo: "Todos somos burundeses, todos somos hijos de Dios". Primero una ráfaga de kalashnikov, luego una bomba de mano. La masacre costó la vida a 40 alumnos. Fue uno de los episodios más trágicos de la guerra civil que sacudió al país y que se saldó con más de 300 mil muertos. La iglesia del seminario se ha convertido en el Santuario de Santa María de la Paz, meta de peregrinación para miles de burundeses.

El padre Zacharie Bukuru era el rector del seminario. En los primeros momentos trabajó con todas sus fuerzas para que volviera a ser la casa de formación que había permitido aquel testimonio tan impresionante. Pero con el paso del tiempo, volvió a nacer en él una vocación que, años atrás no había podido secundar: la llamada monástica. Tres años después del martirio de sus alumnos partió hacia Francia, a un monasterio benedictino en Borgoña, donde comenzó el noviciado. Pero después de un año, entendió que debía volver a Burundi, precisamente a Buta, y fundar un monasterio en el lugar del martirio de sus chicos. Y así, en 2004, siendo ya monje benedictino, el padre Zacharie funda, a trescientos metros del Santuario de Buta, la primera comunidad monástica masculina en Burundi.

En el monasterio de Santa María de la Paz en Buta vive hoy una comunidad de 14 monjes, todos burundeses. Del mismo modo que los monjes del primer milenio contribuyeron al desarrollo material de Europa, el monasterio del padre Zacharie también impulsa el desarrollo de la región. Los monjes enseñan a los jóvenes un oficio y, al mismo tiempo, les comunican lo que han aprendido de los mártires de Buta. Y el valor más importante que se comunica allí es el perdón. "Si no hubiéramos perdonado, dice el P. Zacharie, estaríamos muertos de corazón".

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