Peligro: la amenaza de la extinción de los insectos

Puede parecer que no tienen otra finalidad que fastidiarnos la vida, pero en realidad cumplen una función esencial en el mundo

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

Publicado el - Actualizado

9 min lectura

Seguro que te ha pasado: estás disfrutando de una comida en una terracita y, de repente... te pica un mosquito. ¡Qué desagradable! O una mosca se posa en tu comida, un insecto que antes ha podido estar sobre excrementos de animales. Parece que los insectos están ahí para fastidiarnos, pero la realidad es muy distinta. Son mucho más necesarios de lo que creemos.

Estos pequeños animales existen y, por ello, tienen una funciónFrancisco Sánchez-Bayo, ecólogo español residente en Sídney, nos lo explica: “Son una de las bases de los ecosistemas; hay dos bases principales: las plantas, que producen la materia orgánica de la que dependemos para vivir, y los insectos, que se alimentan de las plantas y, al mismo tiempo, proporcionan alimento a millones de especies, sobre todo de vertebrados”.

Por su parte, Santiago Soria, subdirector general de parques y viveros, explica por qué todos son importantes: “Todo ser vivo es una fuente genética única y, por tanto, tienen la importancia específica de cada especie. Sí que es verdad que la influencia sobre el hombre no es igual en todas las especies. Algunas son plagas que transmiten terribles enfermedades, y otras que nos benefician a nosotros o a nuestra economía. Desde nuestro punto de vista exclusivamente humano no son todas iguales: hay insectos que, prácticamente, pasan desapercibidos, millones de especies que ni conocemos, y otras que conocemos muy bien porque son agradables, o desagradables o hasta peligrosas, pero eso es desde un punto de vista humano, porque desde el biológico todas son importantes”.

Lo que decíamos antes: ¿y si sentimos que el mosquito nos molesta o la mosca es inútil? ¿Y si nos da asco la cucaracha y deseamos que no hubiera? Estos razonamientos son normales para nosotros... pero incorrectos para la naturaleza, como cuenta Francisco: “Es una visión muy cerrada porque nosotros somos parte de la naturaleza y salimos de ahí, nos aprovechamos y dependemos de ella para comer, vivir, respirar... para todo. Si hay algo que nos molesta nos quejamos de ello, de acuerdo, qué le vamos a hacer, hay que aguantarse. A lo mejor no llegamos a entenderlo porque tenemos una visión muy miope del ecosistema, que es algo integral y cada especie tiene una función. Que la desconozcamos no implica que no sea necesario, es tan necesario un mosquito como un león”.

Los insectos son necesarios pero hay millones de especies en el mundo. Podemos pensar que si desaparece una no se notará y el mundo seguirá exactamente igual. ¿Es eso cierto? Santiago explica por qué no: “Cualquier cambio de una ficha de este dominó puede tener consecuencias, y algunas absolutamente inesperadas y hasta desconocidas. Hay especies que, si desaparecen, en principio podría parecer hasta bueno para los hombres, como las que transmiten enfermedades tremendas como la malaria, pero no sabemos exactamente qué pasaría, y si desaparece una especie de insectos, que es una fuente genética única, la consecuencia no tendría vuelta atrás. Simplemente, por prudencia, no debemos desear la desaparición de ninguna especie aunque, evidentemente, unas nos afectarían más que otras, incluso pensamos que algunas para bien hacia nosotros”.

El mundo lo forman millones de especies distintas, cada una aporta una parte fundamental y todas son importantes. Ahora bien, según un estudio de la Universidad de Sydney firmado entre otros por Francisco, por acción del hombre puede que estemos acudiendo a una extinción en masa que puede afectarnos: “Somos testigos ahora mismo, y la revisión que publicamos el año pasado puso en evidencia que el 40 % de las especies que conocemos están en declive y, de ellas, el 30 % están amenazas con extinción en el futuro si seguimos así porque han ido bajando a un ritmo demasiado rápido y van desapareciendo hasta que lo hagan del todo. Y el principal motivo es la actividad humana”.

Francisco nos ha explicado tres causas que están llevando a esta debacle del mundo animal: el uso y abuso de insecticidas y otros productos industriales, la agricultura moderna con métodos que califica de agresivos y el cambio climático.

Ante esta realidad, el entomólogo propone una serie de medidas para intentar dar la vuelta a esto o, al menos, tratar de ralentizarlo todo lo posible. Relata que la primera acción directa a lograr sería una arquitectura “sostenible”: “Que funcione con la naturaleza, que no vaya contra ella, que es lo que hemos hecho en los últimos 30 o 40 años. Lo que estamos viviendo ahora son los excesos de esa agricultura que es artificial y no funciona, produce alimentos pero se pueden producir los mismos, incluso más, con una agricultura sostenible que tenga en cuenta cómo funciona la naturaleza. En lugar de usar pesticidas usar controles biológicos más eficaces y evitan las plagas”.

Otras son “aumentar la diversidad de hábitats en la agricultura, rodear de árboles, setos y flores los inmensos campos de cultivo y evitar que haya plagas. Y, en lugar de tener muchos kilómetros de un cultivo, tener muchos cultivos diferentes y árboles frutales junto a campos de legumbres y pequeños bosques. También, por supuesto, evitar la polución de las aguas y lograr su máxima limpieza”.

Mucha relación tienen con esto las quejas que hemos visto en las últimas horas por parte de los apicultores, quienes han venido a Madrid a hacerle saber al Ministerio de Agricultura el enorme riesgo que, según ellos, corren las abejas. Nos lo ha contado Eva Miquel, responsable de comunicación de la Fundación Amigos de las Abejas": "Para la defensa de la biodiversidad, prohibición de los plaguicidas tóxicos para los polinizadores; para la defensa de las abejas y la ciudadanía, que declaren como plaga a la abispa asiática; para la defensa de la apicultura, la base de un consenso científico claro que ayude a determinar la causa de mortalidad de las abejas".

Eva explica que piden, entre otras cosas, un etiquetado claro de la miel para saber su país de origen y el nivel de mezcla si la hubiera, o que se elimine de la etiqueta la palabra “fabricada” y que solo se pueda poner “envasada”. Además, expresan sus quejas hacia los plaguicidas tóxicos para los polinizadores y piden una Iniciativa Ciudadana Europea para salvar a las Abejas y la Agricultura: "Prohibición, lo antes posible, de todos los plaguicidas tóxicos para los polinizadores; elaboración de un plan nacional para la conservación de los polinizadores y quitar los plaguicidas autorizados en España en cuya ficha de registro ponga que es peligroso para las abejas y demás polinizadores; y prohibición de las fumigaciones aéreas por cualquier medio"

Francisco propone, a medio plazo, investigar las causas concretas del declive de ciertas especies, además de analizar y publicar datos para darlos a conocer. A largo plazo propone, por ejemplo, colaborar con entidades privadas para restaurar hábitats en la agricultura o en zonas de prioridad de conservación, incluso montar un programa mundial de observación y conservación de insectos, a poder ser financiado por las Naciones Unidas o por estados concretos.

No se ha olvidado, por supuesto, de la educación y la concienciación: dar a conocer todo entre jóvenes y adultos, pero empezando por el colegio: “Hablar de cara al público a través de los medios de comunicación para que la gente se dé cuenta de la importancia de los insectos. Y programas educativos en las escuelas para que los niños sepan que son buenos y no hay que odiarlos. Hay millones de insectos preciosos, y hay que valorarlos, y además saber valorarlos desde la parte biológica, saber qué aportan”.

La opinión contraria la tenemos en Santiago, que da razones de documentación y de conocimiento de la existencia de las razas: “No tenemos constancia de extinción de especies de insectos absolutamente documentadas. Hay muchos desconocidos y otros que, seguramente, hayan desaparecido sin que los hayamos conocido, pero documentar que una especie ha existido y ya no existe por culpa humana desde luego no. Nos hemos gastado millones y millones de euros en insecticidas, muchas veces mal usados, hemos llenado los campos de productos tóxicos para los insectos y, sin embargo, siguen estando, existiendo y en el momento en que dejamos de usarlos vuelven a haber, prácticamente, las mismas poblaciones. Hay insectos extinguidos porque tenemos registros fósiles y en ámbar, pero es muy difícil garantizar la extinción de una especie por causa humana”.

Sin embargo, aunque no esté de acuerdo con esa extinción masiva que pueden estar avisando otros, asegura que hay que proteger a los insectos y de hecho explica las actuaciones que el consistorio madrileño lleva y va a llevar a cabo: “El Ayuntamiento de Madrid tiene un plan muy amplio de defensa de la biodiversidad, entre otros de los insectos, y lo primero que hay que hacer es mantener los hábitats: como todos los seres vivos, necesitan un sitio en el que vivir, y son tremendamente sensibles a la desaparición de hábitats. Indudablemente, si desaparecen los pinos, desaparecen los que viven sobre ellos, pero hay que cuidar los sitios en los que viven. Y a los que son claramente beneficiosos para nosotros, como los polinizadores, favorecerles y ponerles especies que tengan polen y floraciones largas para que puedan visitarlos, poner especies que sabemos que son atractivas para ellos, y el Ayuntamiento tiene una campaña para favorecer totalmente la biodiversidad. Vamos a sacar un plan para Madrid y, por supuesto, los cuidará”.

No solo eso. Si alguien siente gran interés por estos animales que hemos descubierto que, muchos de ellos lejos de ser molestos, son muy útiles, puede investigar tanto como quiera gracias a la fuerte apuesta que hace la ciudad desde la iniciativa pública y también la personal: “Madrid tiene el mejor museo para ello, que es el Museo Entomológico, una joya con maravillas absolutas con muchísimos insectos tipo, una de las mejores colecciones del mundo sin duda. A nivel más local hay colecciones privadas o de sociedades que se pueden ver, y de hecho en el Ayuntamiento tenemos una gracias a una donación magnífica, ubicada en la Casa de Campo, con muestras maravillosas de mariposas y escarabajos. Fue una familia la que la donó al consistorio y que, previa petición de visita, se puede ver. Cuenta con más de 25.000 ejemplares y es una preciosidad con muestras de todas partes del mundo”.

Por tanto, sean molestos o no algunos insectos, los expertos lo aseguran: todos cumplen su función en la naturaleza. Si están en el mundo, están porque tienen que estar y hay que saber apreciarlos. Lo importante, como explican, es aprender y tratar de convivir con ellos.

Temas relacionados