María Luisa Gª-Franco: “Con ETA, para las instituciones, los jueces eran datos aislados hasta que les mataban”
La periodista pasa por Fin de Semana con Cristina para presentar su nuevo libro 'Mejor no contarlo', una historia de ficción pero con mucha más realidad de lo que parece
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ETA ya no mata, eso es cierto. Lleva 10 años sin asesinar, pero no se ha disuelto ni sus miembros han pedido perdón ni ayudado a la Justicia a esclarecer crímenes sin resolver. Por eso siempre es bueno no olvidar nuestro pasado y la deuda que tienen sus responsables con la sociedad.
‘Mejor no contarlo’ (Larrad Ediciones) es una obra en forma de novela pero que tiene mucho más de realidad de lo que algunos quieren o les gustaría reconocer. Está inspirada en hechos reales y tristemente famosos: la juez Isabel Robledo descubre que alguien de ETA la sigue, ¿qué hacer? La mente creativa de María Luisa García-Franco, periodista y escritora, nos trae historias basadas en su trabajo en el País Vasco y ha pasado por Fin de Semana con Cristina para presentarlo: “Había muchas historias pendientes de contar sobre lo que pasó en el País Vasco cuando imperaba la ley del silencio. La mejor opción era no contarlo pero yo he querido hacerlo. Yo había conocido mucha gente que tomó esa decisión y quise contar lo de los jueces porque vivieron muy intensamente ser señalados por los terroristas. Los 200 jueces señalados por ETA fueron abandonados a su suerte, les decían ‘varía de itinerarios’ y poco más, no hubo reacción institucional, fue un ‘ahí estáis los que estáis, a ver a quién le toca’, no era miedo imaginario sino real porque había indicios policiales de que ETA quería matar”.
El hecho de pasar de periodismo a novela no es casual, tal y como explica María Luisa: “Mi objetivo era llegar a los sentimientos de las personas que protagonizaban esa historia tan difícil en esos tiempos en el País Vasco. La literatura es un instrumento muy bueno para profundizar en ello. Todo lo más imaginable que encontréis en la novela ocurrió en la realidad. He puesto cosas cotidianas, pero es que ocurrieron cosas que nadie se puede imaginar”.
García-Franco también relata que, para muchas instituciones, “los datos en manos de ETA de los jueces eran datos sueltos, pero al final esos datos sueltos acabaron muertos. Vivían con ese miedo y pretendo que se cuente el factor humano de lo que ocurrió”.
Por último, María Luisa detalla cómo es pasar del periodismo al novelismo: “Sin duda muy interesante. Me resultaba muy difícil abordar el hecho cotidiano, que los etarras fueran a tomar un café o un piso. No me costaba nada narrar el drama, de hecho uso escenarios reales y las fechas son reales. Me costó muy poco contar lo que pasó porque tenía la conciencia de que había que contarlo, pero para ser escritora tienes que abordar lo cotidiano y me costó pero lo conseguí”.