EN 'FIN DE SEMANA'

Un misionero español en Nicaragua: “Managua se convierte en una ciudad fantasma a partir de las 7 de tarde”

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Nicaragua sigue siendo protagonista a día de hoy donde ya se han cumplido tres meses del comienzo de su crisis más sangrienta desde la década de 1980, en la que estuvo el propio Daniel Ortega. Donde ya se ha alcanzado la escalofriante cifra de 350 muertos, según indican las cifras de la Asociación Nicaraguense Pro Derechos Humanos. Además de los heridos y desaparecidos. Crece la tensión, la incertidumbre por momentos y el miedo se adueña de los nicaraguenses, hasta el punto de ser obligados a huir de su país ante la dramática situación que atraviesa.

Esta semana, el Presidente Daniel Ortega celebró los 39 años de la revolución sandinista y en su discurso acusó a los obispos de golpistas: “me dolió que mis señores obispos tuvieran esa actitud de golpistas porque su mensaje claro fue el golpe”.

En Nicaragua se encuentra nuestro enviado especial Héctor Estepa que señala que “Ortega no va a convocar elecciones, parece decido según el discurso de ayer a mantener a los civiles armados en las calles”. Además, apunta que el presidente venezolano Nicolás Maduro llegó a ofrecer el apoyo públicamente a Daniel Ortega

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EPaco, misionero del Camino Neocatecumenal en Managua que trabaja en la administración del Seminario Redemptoris Mater, lleva 15 años viviendo en Nicaragua y confima la angustia con la que vive la gente, “Managua se convierte en una ciudad fantasma a partir de las 7 de tarde”. Es palpable la tensión contenida de los nicaraguenses en estos momentos tan complicados. El misionero es consciente de que ellos mismos están en el punto de mira para Ortega. Y finaliza informando de que “hay delincuentes que están asesinando para robar un coche, porque nadie les va a hacer nada”

En los últimos días el régimen de Ortega está cargando con todo y de esta manera eliminar todas las barreras a través de los medios que tienen a su disposición. La desestabilización es tan grande que esperamos que no vaya a más y no desemboque a una Guerra Civil.

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