La niña que vuelve de la muerte conociendo los secretos de Egipto
Dorothy, una niña londinense que nunca había visitado el país del Nilo, recuperó la consciencia recordando vivencias del antiguo Egipto que nadie conocía
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En la vida conocemos historias de personas cuyos testimonios traspasan los límites de nuestra razón. Un ejemplo es el caso de Ana Catalina Emmerick, que fue visionaria del sufrimiento de Cristo en su pasión y gracias a estas visiones se descubrieron nuevos lugares y escenarios donde se realizaron excavaciones que descubrían lo que ella ya había anunciado previamente. Esta semana, en “La Esquina del Misterio”, Javier Sierra nos cuenta la prodigiosa historia de Dorothy Edie.
Tuvo una infancia londinense corriente hasta que un día tuvo un accidente precipitándose por las escaleras. Javier Sierra nos cuenta que “las asistencias médicas que la atendieron en la misma casa la dieron por muerta. Sin embargo, al cabo de un rato, escucharon a la niña correteando por la planta de arriba de la casa, como si no hubiera pasado nada”
Este es el punto de inflexión a partir del cual todo cambia en la vida de la joven Dorothy. Los padres se alegraron mucho el día del incidente, pero tal y como narra Javier, “después de esa alegría, empiezan a pasar cosas curiosas. Ella empezó a sentir fascinación por los libros de su padre, sintiendo especial interés por las ilustraciones de Egipto. Incluso les decía a sus padres que ella procedía Egipto y que ese era su sitio. Según se hizo mayor, siguió visitando mucho los museos y estudiando la historia de Egipto. En seguida conocía a la perfección el lenguaje jeroglífico. Tal es su obsesión, que en edad casadera se echa un novio egipcio por correspondencia, lo que desquició a sus padres. Pocos años después se casó con él y se fue a vivir a Egipto. Con él tuvo un hijo.”
El verdadero misterio se da cuando la envían al templo de Abidos en los años 50: “Es uno de los templos más maravillosos del país, que fue construido por Seti I, el faraón del que ella decía que había sido sirviente. Esta escena a mi me impactó mucho: Cuando llegó al templo era de noche y los guardias no la dejaban pasar porque era de noche y se iba a perder. Ella entró igualmente y se paseó por el templo como si efectivamente lo conociera. En los meses siguientes, les dijo a los arqueólogos donde estaban las expansiones del templo. También les dijo donde estaban los lugares desconocidos del templo, los árboles, las acequias... Se excavó y vieron que era tal y como lo decía. Ella seguía insistiendo que todo esto lo conocía porque ya había vivido ahí.”