¿Es posible volver a la vida después de morir por hipotermia?

José Miguel Gaona, nuestro experto psiquiatra forense, explica cómo fue posible que una persona ‘resucitase’ tras horas muerta por congelación

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Cuando la muerte realmente no es el final

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Nos apasiona el misterio, lo no resuelto y que suponga un reto para desvelarlo. Por eso en Fin de Semana tenemos la sección ‘La esquina del misterio’ para, con ayuda de nuestros expertos, intentar dar sentido a aquello que parece no tenerlo.

Esta semana José Miguel Gaona, psiquiatra y forense, nos recuerda el increíble caso, hace unos meses, de una inglesa que estaba en los Pirineos españoles y, en un momento muy frío, cayó en hipotermia, tuvo un paro cardíaco y, seis horas después, “resucitó” y no tuvo ningún tipo de lesiones.

Gaona ha asegurado que “es un tema tremendamente interesante porque la hipotermia lo que hace, de alguna manera, es desdibujar los límites de la muerte. Hasta ahora, y hasta hace poco, hemos creído que la muerte era no tener latido cardíaco ni actividad cerebral, pero de repente esto se ha roto, ese límite ha dejado de tener validez. Desde el S. XIX ha ido cambiando mucho lo que entendíamos que era la muerte, se ponía un espejo pequeño debajo de la nariz para ver si se llenaba o no de vaho. En la España rural había unas señoras que se vestían de negro para verificar que habías muerto, y lo hacían con unas tijeras y las clavaban en la planta del pie. Es una costumbre muy rural en España y en algunas partes de Europa, era un ‘si está vivo ya gritará’. Con los años hemos visto que ya no es solo el latido cardíaco, también la actividad cerebral. Pero esto último también se ha roto por varios motivos”.

Nuestro experto científico detalla que, en abril, en la Universidad de Yale, se publicó un artículo en el que contaban que habían revivido una serie de cerebros de cerdo que, literalmente, habían fallecido: “Les habían cortado la cabeza en un matadero, los habían aislado y dejado prácticamente sin perfusión, líquidos que circulan por las arterias y venas del cerebro que lo mantienen más o menos vivo. Lo llamativo del caso es que, después de cuatro horas de muerte cerebral como la conocemos ahora mismo, revivieron. El Comité Ético de la Universidad recomendó tenerlos sedados para tener compasión. Después de esas horas -un cerebro normal tarda, a temperatura ambiente, aproximadamente, tres minutos en empezar a degradarse, en tener apoptosis- ocurrió esto, un hito dentro de la neurología”.

Entonces, ¿cuál es la clave en esta mujer que había muerto? “Haber sufrido una hipotermia”, asegura Gaona, que explica que, “en una congelación, la temperatura bajó a unos 16º C, y en estos grados empezó a enfriarse el cerebro y, cuando se enfrió, hubo un paro cardíaco. Si hubiese sido al revés, habría sufrido daños, pero afortunadamente, el frío la protegió. Lo que la salvó fue ir mal vestida, por lo que iba mal aislada. Si llega a estar bien protegida lo más probable es que la hipotermia no la hubiese protegido. Es uno de los casos más llamativos a nivel mundial, de hecho en ‘El límite’, mi libro, recojo un caso de una niña de dos años y medio que cae al agua, desaparece, tienen que llamar a los bomberos, pasan los minutos, tienen que sacar el agua con bombas y tardan una hora. Entonces la llevan volando al hospital y la reviven. Está viva porque ocurrió otra gran coincidencia: tanto en su caso como en el nuestro recurrieron a expertos en ECMO, una máquina que produce una circulación sanguínea extracorpórea, se utiliza muchas veces en trasplantes y coge la sangre, la oxigena y la vuelve a meter y además la calienta hasta que, finalmente, con el desfibrilador, reviven a la persona”.

Además Gaona recuerda otro caso en Dinamarca de hace pocos años: “Unos estudiantes caen al agua en invierno y, prácticamente siete de ellos fallecen. Los cuerpos son rescatados, los llevan en helicóptero a un hospital con ECMO y los reviven, es interesantísmio. Uno de ellos sí que tuvo algún daño neuronal pero esto abre puertas interesantísimas para la ciencia y el futuro. Por ejemplo, este año estuve en Harvard haciendo prácticas y estudiando y uno de los equipos, en conjunción con el MIT, están haciendo una especie de equipo para soldados en primera línea de fuego que sufran heridas mortales: en vez de tratarles ahí les quieren provocar una hipotermia forzada y dejarles en hibernación para llevarlos al hospital y poder tratarles con  medios suficientes. En vez de luchar contra la muerte en el terreno, como en las películas, la idea es no intervenir directamente allí sino dejarlos en suspensión. Y luego, cuando tengamos medios, de alguna manera aplicar las técnicas médicas y luego revivirlos”.

En resumen, son “cosas que surgen por accidente”, explica Gaona, “y que nos abren la puerta a otro tipo de intervenciones médicas que, quizás, en un futuro muy próximo, se pueden aplicar a otras muchas cuestiones, incluso, por qué no, a los viajes espaciales”.

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