Schlichting: "Si están crujiendo los goznes de la Constitución es porque los más fanáticos llevan los hilos"
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¡Muy buenos días España! Queridos allegados y allegadas, hace un frío que pela y olas de seis metros en el Cantábrico, así que cuidadito con las nevadas en carreteras y con los paseos por las costas.
Es segundo domingo de Adviento, segunda vela en la corona, y en apenas dos semanas y media estamos celebrando la Nochebuena.
DÍA DE LA CONSTITUCIÓN
Y hoy, 6 de diciembre, hace 42 años que aprobamos la Constitución en referéndum nacional. Cuarenta y dos años, hay que ver, que ya hemos superado la duración del franquismo, y experimentado con creces que España puede ser una nación europea democrática, pacífica y constructiva. A menudo, distraídos como estamos por lo cotidiano, olvidamos celebrar lo que va bien y eso, curiosamente, puede pasar factura.
Me gustan la pompa y el boato de los británicos cuando la Reina sale en carroza y va a las cortes con manto de armiño. Hay quien se ríe, pero es una forma de decir, hola, somos nosotros, los que vivimos bajo el imperio de las leyes que nos hemos dado y estamos orgullosos de nuestras tradiciones.
Hoy es el de #DíaDeLaConstitución, el día de celebrar nuestros colores y, sobre todo, que en 1978 encontramos una fórmula legal para convivir tranquilamente quienes en la Guerra Civil nos matamos los unos a los otros. Que no somos los únicos, ¿eh? Que también lo hicieron los americanos, por ejemplo, en una guerra atroz entre el norte y el sur, tan cruel que se juraron que jamás un americano levantaría un arma contra otro americano. O los franceses, que se mataron los unos a los otros en la Revolución de 1789 y desde entonces veneran el concepto de nación. Pues poco más o menos es lo que hicieron en los 70 Santiago Carrillo y Manuel Fraga. Hoy es el día de explicarles a nuestros hijos que aquí había comunistas y católicos, republicanos y monárquicos, separatistas y nacionalistas y que supimos ponernos de acuerdo. No hay que dar por sentado algo que no sólo requirió de inteligencia y diálogo, sino de muchas penas personales, reflexiones nocturnas, charlas y perdones. El Rey, que habría podido ser un autócrata elegido por Franco, renunció a su poder y se sujetó a la Constitución. Por eso el Partido Comunista aceptó la monarquía. Y, a su vez, por eso la Iglesia católica, que había sido perseguida y diezmada en la república y la guerra, pudo aceptar la regularización del Partido Comunista. Hubo espacio para autonomías regionales, y eso permitió la colaboración de los nacionalismos periféricos, y hubo respeto por la identidad confesional de tantos, por eso la Constitución reconoce la aportación de la Iglesia. Era un delicado equilibrio de agnósticos y creyentes, de gentes que fueron orilladas por la República y otros que fueron condenados al exilio por el franquismo. De la dinastía borbónica que había sido expulsada de España y el Partido Comunista que vivió en la clandestinidad.
Nada de esto es fácil y esto es lo que tenemos que mostrar en las escuelas y explicar a nuestros hijos.
CRISTINA EXPLICA A PABLO IGLESIAS LO CONSEGUDIO GRACIAS A LA CONSTITUCIÓN
Cuidadito con tocar lo que ha funcionado. Todo es perfectible. Pero cargarse lo que funciona también es posible. Porque aquí cada cual piensa sólo en sí mismo. El independentista en su nación. El colectivista en el estado. El egoísta en lo suyo. El problema es siempre pensar en el otro. Ponerse en su lugar, buscar espacio para él, admitir que es distinto. Ayer hablaba Pablo Iglesias de la caducidad del actual sistema.
¿Que ha fracasado el qué? ¿Qué es lo que ha fracasado? Los exiliados volvieron, los partidos prohibidos fueron legalizados, la monarquía va camino de la tercera generación, las ciudades de España están más bellas que nunca gracias a la descentralización autonómica, católicos y no católicos conviven divinamente. ¿Qué es lo que ha fracasado? Hay gente que utiliza el plural mayestático. Como a él no le gusta la libertad de mercado, resulta que dice que ha fracasado. Que hay que imponer la economía colectivista. Como no le gusta la iniciativa social -que él prefiere el estatalismo a la soviética- dice que ha fracasado el estado liberal. Como necesita a los independentistas, ahora habla contra la unidad de todos, que recordemos que era antes parte del programa de Podemos. Y para llevar a cabo la transformación de España en un confederación de cantones colectivistas (que por cierto, esto ya lo hemos probado en la Historia nuestra) necesita que el Rey se vaya. Por eso hace una extraña “melage” entre la res pública, los independentismos y la república.
No sé, en la Transición también hubo extremistas como este señor. Estoy pensando en la gente del franquismo que se sintió traicionada con la llegada de la democracia, gente que detestaba a Suárez, o Fraga o Ruiz-Giménez. Los llamaban chaqueteros. O los viejos comunistas que dijeron que Carrillo había vendido la lucha de tantos años al Rey. O los católicos ultramontanos que se metían con monseñor Tarancón, por colaborar, y gritaban “Tarancón, al paredón”. Lo que pasa es que nuestros padres y abuelos no les hicieron caso. Los partidos se juegan en los medios. La política de consenso se hace en el centro.
El problema es que en esta legislatura son los extremos los que estamos escuchando. Estamos poniendo a los más bestias al frente. De Cataluña, a los de Esquerra. Del País Vasco, a Bildu. De la izquierda, a Podemos. Los hemos subido al carro del Gobierno. Y el resultado es una coctelera frenética.
¡Claro que no le gusta lo que hay a Pablo Iglesias! Eso no es raro, eso siempre lo ha dicho. Escuchemos cómo tomaba posesión de su acta de eurodiputado hace seis años en el Congreso. El 13 de junio de 2014.
Él siempre ha tenido claro que la de hoy no es su fiesta. Lo que pasa es que entretanto se ha dado cuenta de que le interesa disimular. Por eso habla y habla de repente de que la Constitución es fundamental, por ejemplo para justificar las expropiaciones y la propiedad pública. Sí señor, pero la Constitución también protege la propiedad privada, y la unidad nacional y la libertad de enseñanza.
Si están crujiendo los goznes de la Constitución es porque los más fanáticos están llevando los hilos y cargando contra todo lo que habíamos establecido en el 78 para unirnos.
Esperemos que esto pase, como han pasado tantas cosas en nuestra historia. Pensad en el intento del golpe de estado de Tejero. Pensad en las matanzas diarias de ETA, durante décadas. Pensad en la crisis económica de 2019. O en la intentona secesionista de 2017 en Cataluña. No es fácil derribar lo que lleva consolidándose 42 años.
Conviene, eso sí, explicárselo a nuestros hijos. Feliz día de la Constitución.