Cristina: “Hay una gran distancia entre calle y parlamento: seguimos en trincheras, Franco y partir el país”
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“Muy buenos días España, ya está aquí, ya ha llegado por fin la jornada de reflexión de las elecciones del 10 de noviembre. Que hay que ver lo cansados que estamos de batalla electoral. Es un 9 de noviembre frío, en el que bajan diez grados de media las temperaturas y aparece la nieve, enseguida nos lo contará Jorge Olcina. A ver si el fresco llega también a las cabezas y conseguimos lo que parece por primera vez imposible desde la transición, hacer Gobierno en España. Aquí está tu equipo con Marci Ortega y Jesús García Ercilla a la cabeza, y, a sus órdenes, Diego González, Maiki de Toro, Miguel Soria, Natalia Mosquera y quien te habla al micrófono, Cristina López Schlichting. Al control…
¿Cómo es posible que lleguemos a las urnas con las mismas perspectivas que el pasado abril, que lo más probable es que el lunes continúe el baile tonto de contactos e intercambios? ¿De veras le ha compensado a Pedro Sánchez la convocatoria de unos comicios en los que aspira, como mucho, mucho, a revalidar los mismos resultados y a acortar la diferencia con el bloque de centro derecha? ¿Tanto, para nada?
Ayer, en Barcelona en el cierre de campaña, sacaba Sánchez otra vez la bandera del fascismo, para ver si moviliza a sus votantes, y apelaba a la bolsa de voto catalán, después de una campaña errática donde lo mismo ha sido blando en la lucha policial contra los CDR (recordemos que ha habido 300 policías heridos), que se arrogaba el mando sobre la fiscalía para traer a Puigdemont.
Porque lo que no ha conseguido es colgarle a Pablo Iglesias el sambenito de haber impedido la formación de Gobierno. Unidas Podemos ha resistido el intento de aniquilación y podría incluso revalidar sus escaños actuales.
En las terceras filas es donde está el cambio en estas elecciones. Vox se ha puesto en el lugar de Ciudadanos y aspira a una cincuentena larga de escaños, esto es, a duplicar su representación. Tan amplia pretende hacer su base que, en el cierre de campaña, Santi Abascal apelaba a los votantes de izquierda.
El PP a su vez, que en abril coqueteó con Vox, se ha centrado esta vez y busca un mínimo de 20 escaños más, convertido en partido de Gobierno con dos objetivos claros, sacarnos de nuevo de la crisis que viene y parar el independentismo catalán. Éste era Pablo Casado en el fin de campaña en la Plaza de Toros de las Ventas de Madrid.
Ciudadanos también eligió ayer Barcelona, la cuna valiente de sus orígenes, en una campaña que le ha sido desfavorable por la polarización de las opciones y la dificultad de moverse coqueteando a la vez con las izquierdas y las derechas.
Y es que apenas hay partido en España para la gente a la que apela Rivera, la de quienes se califican de liberales de centro y dejan de lado las pasiones partidistas. Seguimos en las trincheras, en Franco, en partir el país, en descalificar al contrario, y todas estas campañas no lo mejoran. Hay una distancia enorme entre la calle y el parlamento. En la vida real apenas conocemos personas con las que no podamos hablar y pactar. Excepto en Cataluña, donde hasta las familias están rotas, en el resto de la nación una persona puede coincidir con Podemos en la sensibilidad social, con Vox en la unidad de España, con el PP en la estabilidad económica y con el PSOE en la solidaridad nacional. Tu vecino puede ser de Sánchez y no por eso dejas de hablarlo, tu hijo puede votar a Abascal o a Iglesias y no dejas de quererlo y ayudarlo, tu madre es del PP y tú votas Ciudadanos, y no hay problema. Pactas y colaboras con todos. ¿Por qué este odio en los discursos entre políticos? ¿Esta ideologización que nos hace creer que somos enemigos? ¿Por qué no podemos poner, blanco sobre negro, lo que nos une y lanzarnos al futuro de este mundo global?
Al menos es buena noticia que los CDR pincharon ayer en su convocatoria para boicotear el final de campaña del presidente en funciones. Apenas medio centenar de manifestantes aparecieron con una pancarta pocha. Éstos empiezan a temer el peso de la ley, e interrumpir la campaña electoral es muy grave en el Código Penal. Para disimular que la cárcel no les gusta, hoy estrenan los radicales una APP para comunicarse, pero lo cierto es que sólo convocan eventos festivos y conciertos para hoy. Han pedido a la gente, eso sí, que se pidan libres el lunes y el martes en el trabajo para llevar a cabo lo que llaman un “11s de tres días”, pero ya no es lo mismo enredar después de las elecciones. Pedir fiesta ya sabemos que es cosa que nos gusta a todos los españoles, no sólo a los catalanes. Eso no tiene mérito.
En Europa también mejoran las cosas, esta semana será citada por fin Clara Ponsatí por los tribunales británicos para considerar su extradición, después de que el juez Pablo Llarena mandase más información sobre su culpabilidad presionando a los directores de instituto y organizando el referéndum del 1 O desde la Consejería de Educación. También Toni Comín y Lluis Puig han sido citados el próximo día 15 para la vista sobre la euroorden de extradición.
Y la fecha de hoy, 9 de noviembre, es histórica para Europa. Se cumplen 30 años de la caída del Muro de Berlín, que no sólo partía Alemania, sino el continente en dos. El comunismo soviético se arrogó el derecho de partir familias y un país para proteger su dominio sobre todos los países del Este, desde Polonia a Bulgaria, que no se movían sin órdenes de Moscú. Se producía lo que Moscú decía, se pensaba lo que decía el Kremlin, la gente viajaba donde establecían los funcionarios rusos y nadie podía pasar el telón de acero. La guerra fría marcó durante décadas nuestras relaciones con el mundo soviético, pero sobre todo, millones y millones de personas vieron prohibido su derecho a pensar libremente, a trabajar y comerciar libremente, a creer y viajar.
La fuerza de la realidad demostró que odiar a los ricos, la lucha de clases, es un método que no da resultado. Que ganar el sueldo igualado que establece el estado no es estimulante, que está en la persona el deseo de mejorar y prosperar, de aprender lo que le dé la gana, de discutir y acceder a todas las ideas. El Este se fue mustiando y arruinando y Gorbachov se dio cuenta de que no había vuelta atrás. Polonia y Walesa dieron los primeros pasos de la mano de Juan Pablo II, Checoslovaquia abrió sus fronteras y finalmente cayó la joya de la corona, la Alemania Oriental. En realidad, cuando el muro que habían levantado los rusos se abrió para la gente, hacía tiempo que se rumiaba el final.
Y a pesar de todo, fue sorprendente. En las redacciones de los periódicos no nos lo creíamos y una resolución administrativa un poco chapucera e improvisada lanzó a los alemanes hacia la frontera. Los teletipos cantaron que el Muro de Berlín había caído y la Alemania de antes de la Guerra Mundial renació de las cenizas de Hitler.
Lo que hoy celebramos tuvo consecuencias muy profundas para nuestra vida. Por ejemplo, acabó con las ideas clásicas de izquierdas. Sólo Pablo Iglesias habla hoy de odio de clases, de mando total del estado sobre la sociedad, de ideas únicas en los medios de comunicación. Lo cierto es que la izquierda ha experimentado una gran sequía ideológica hasta que ha encontrado nuevas posiciones en torno a la ideología de Género, los llamados nuevos derechos o posturas tan controvertidas como la manipulación genética o la investigación con embriones.
Rusia, China y Estados Unidos se disputan ahora el mundo, pero los tres son potencias capitalistas, ordenados en torno al dinero y los mercados. Para discutir de todo esto, nuestra popular Tertulia de Chicos recogerá hoy los testimonios de personas que crecieron en el comunismo y de expertos analistas. Te pedimos que nos cuentes tus recuerdos del 9 de noviembre de 1989, día de la cáida del muro, que llames al programa si estabas en Alemania, o para decirnos cómo te enteraste de la noticia. Que nos mandes tus WhatsApp”.