Schlichting: “Hay dos formas de encarar esto: lamentarse y deprimirse o reflexionar si será una oportunidad"
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“¡Muy buenos días España! Bienvenido a tu programa de Fin de Semana. Ya estamos todos a tu servicio.
Va a cambiar el tiempo, ojo. Hay calma este domingo y temperaturas subiendo, con una masa de aire cálido sobre nuestras cabezas pero, pero, ojo a partir de mañana lunes. La semana se presenta lluviosa, con predominio de bajas presiones y una borrasca atlántica muy activa que dejará cantidades de lluvia generosas durante el martes y el miércoles, así que aprovechad el día.
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Pero desde luego, no para ir al campo ni festejar, que cada vez hay más confinamientos y restricciones. Cuando comenzó el coronavirus, Angela Merkel, que para eso es científica de profesión, explicó a los alemanes que este virus había venido para quedarse y que hasta que todos lo cogiesen y se produjese la inmunidad de grupo no cabría pensar en un final de la situación. Nos quedamos de piedra, pero ahora hemos visto que tenía razón. Bueno, pues la cancillera alemana ha vuelto a la carga. Esta vez advierte de que estamos de nuevo en lo peor y pide a los alemanes que no salgan de casa.
Que aplacen viajes que no sean indispensables, dejen celebraciones familiares y se metan en casa. Ayer hablábamos de los toques de queda que se están aplicando en Francia y las restricciones por toda Europa. ¿Y en España? ¿Todos estos confinamientos, estos cierres de bares y restaurantes en Cataluña, auguran que podríamos quedarnos de nuevo en casa, como en primavera, encerrados? Pues eso dice, contradiciendo al ministro de Sanidad Salvador Illa, la científica del CSIC, Margarita Salas.
¿Estamos en una segunda ola del coronavirus o en una tercera? La única que se ha atrevido a hablar de esto ha sido la reconocida viróloga, en el programa de televisión de Cristina Pardo.
Dice la viróloga que lo de Europa es la oleada de otoño, que nosotros estamos entrando en una tercera. Tiempo habrá de echar cuentas de si hicimos demasiado rápido la desescalada, como dice la revista The Lancet para intentar explicar el fenómeno de España, pero un poco de melancolía sí se nos ha instalado desde que sabemos que la Navidad no será como siempre.
Una extraña oportunidad
Hay dos formas de encarar todo esto. La una, lamentarse y deprimirse. La segunda, parar un instante y reflexionar si esto no será una extraña oportunidad. A veces, todos los que tenemos cierta edad lo sabemos, la vida se para por un mazazo y después uno constata que extrañamente, ha sido para un bien. Que nuestra existencia ha mejorado. Y hay personas expertas en esto, gente que va por delante. Ayer echaba un vistazo, fíjate, al Hola, la revista, y a la entrevista que te recomiendo a esa mujer excepcional que es Irene Villa. Cuando tenía doce años ETA colocó una bomba en su coche. Su madre perdió una pierna y un brazo. Ella, las dos piernas y tres dedos de la mano izquierda. Y esta chica increíble, que entretanto es madre de tres hijos, afirma: “Yo miro hacia atrás y no me ahorraría ningún dolor…Todo ha servido para ser la mujer que soy hoy. Más segura, más serena, más fuerte.”
Ningún dolor… qué bárbaro. Las dos piernas, tres dedos, una bacteria pertinaz que infectó su prótesis, la pérdida de un embarazo, un divorcio inesperado… Irene Villa no lo ha tenido fácil. Y añade: “Cuando te pasa algo que no está en los planes tienes dos opciones –como me decía mi madre- :hundirte, despotricar, maldecir, llorar, o pensar para qué ha ocurrido esto en mi vida y qué tengo que aprender, cómo le puedo dar la vuelta a esta situación y qué oportunidad esconde”.
Me deja pasmada Irene Villa. Intento ponerme en la piel de un padre de familia que haya perdido el empleo en estos días, o alguien que haya visto como morían sus seres queridos sin compañía y me siento como una niña pequeña perdida en el bosque, desvalida.
Tal vez haya que mirar a Irene y a las personas que van por delante. Tender una mano, como mendigando.
Los misioneros y su forma de vivir el coronavirus
Hoy es el día del DOMUND. El domingo mundial de las misiones. Y hay 10.893 españoles que nos piden que los miremos. Su forma de vivir el coronavirus en los cuatro puntos cardinales del mundo es desafiante. Entre ellos está Francisco Javier Tello, un agustino recoleto que nos hablaba desde las favelas de Río de Janeiro. Allí, pensar en quedarse en casa a afrontar el virus y aislarse es imposible.
Claro, le preguntaba a Paco si no pensaban volver a casa, al menos hasta que termine la pandemia.
Al menos tres de los agustinos recoletos del Brasil han muerto ya por coronavirus. Uno de ellos, el padre Raimundo, al que ha sido muy difícil enterrar debido a la corrupción y la especulación con los terrenos. Raimundo comió algo en mal estado y, cuando se acercó al ambulatorio para recibir asistencia, cogió la Covid y falleció. Las autoridades prohibieron que se le acompañara al cementerio, por la enfermedad, así que cuatro operarios de blanco cogieron el féretro y lo llevaron a la tumba. Y hete aquí que cuando cavaron en el lugar designado se encontraron otro cuerpo enterrado. El también hermano agustino Manuel nos contaba en este programa que no podía dejar de llorar. Hubo que recorrer otros cincuenta metros con el cuerpo, buscando donde ponerlo y finalmente se le enteró como se pudo.
Estos hombres y mujeres viven y mueren con los que aman. Y lo extraño, lo absolutamente desconcertante, es que emanan paz. Lo han dado todo, han tenido las manos como niños y…parecen haberlo recibido todo. Quizá no hay que tener miedo, tal vez haya que tender la mano, como niños que avanzan trastabillantes hacia sus padres. Despacito e inseguros, pero ciertos de que hay una abrazo cálido al otro lado.
La niña Isabel y el niño Pablo
Es tiempo recio. Tiempo de dejar de hacer tonterías. Ayer, por ejemplo, uno de entre nosotros dio una lección a los superficiales. Pablo Iglesias, que cumplía años, Decía así. “El 17 de octubre de 1978, hace casi 42 años, una niña y un niño nacían en Madrid. La niña se llamaba Isabel Natividad, el niño, Pablo Manuel. Ella se apellidaba Ayuso; él, Iglesias”. El tuit terminaba “Baílalo, Iker Jiménez”. Era una forma de decir que es alucinante que dos políticos que están a la gresca celebren su cumpleaños el mismo día. Pues bien, Iker Jiménez aceptó el desafío. El presentador de 'Cuarto Milenio' contestó así: “Jung lo llamaría sincronicidad. Quizá signifique que hay que tender puentes. Por difíciles que sean. Porque en lo cósmico todos somos poca cosa, sencillamente humanos. Invitados estáis los dos al programa. Felicidades a ambos.
Una forma sencilla de instar a ambos a ponerse de acuerdo y combatir juntos en lo que verdaderamente importa. Ahí lo dejamos”.