Cristina L. Schlichting: “¿Se le dijo a Sánchez que iba a pasar esto tras el estado de alarma? Se le dijo”
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¡Muy buenos días, España! Es 5 de junio, ya vamos directos al verano, pero hoy se nubla y llueve. Es un sábado de tormenta, con un embolsamiento de aire que viene del Atlántico y que afectará al centro y al este de la península, así como a Baleares. Algunas de las inclemencias pueden traer granizo. En el sur, las temperaturas subirán mucho, incluso hasta los 35 grados en el oeste de Andalucía.
Hemos alcanzado los diez millones de vacunados, un 21 por 100 de la población, y eso es buena noticia. La mala, que estamos en pleno caos con las medidas para controlar socialmente la pandemia. Ya está liada. ¿Cuántas veces escuchásteis pedir que se modificasen las leyes ordinarias antes de que decayese el estado de alarma, para que hubiese instrumentos de mando para poder poner, por ejemplo, toques de queda en una sitacuión de emergencia sanitaria? ¿Cuántas veces lo mencionaron los agentes sociales, los presidentes de tantas comunidades, o Carlos Herrera o Expósito? Pues ni casito.
Y ya está liada. Los tribunales asumiendo la función de Gobierno y determinando si las medidas particulares de cada autonomías son admisibles o no. Las comunidades haciendo cada una lo que puede, según el nivel de alerta en cada una de ellas. Porque no es lo mismo el País Vasco, por ejemplo, que tiene un tejido industrial denso, donde los trabajadores no pueden hacer teletrabajo y acuden necesariamente a las cadenas de montaje; que Madrid, que es una comunidad de servicios, donde a menudo se trabaja bien desde las casas.
Bueno, pues como ahora el Gobierno ya no tiene instrumentos legales de coordinación general, ha ido esta semana al Consejo Interterritorial y ha hecho votar medidas comunes. Seis comunidades han votado en contra y varias se han abstenido. Como las resoluciones del Consejo Interterritorial no son vinculantes, el Gobierno no puede imponer las medidas votadas, y varias autonomías han anunciado que no piensan obedecer. ¿Por qué? Pues algunas porque su nivel de ocupación hospitalaria es bajo, como Madrid, y los sectores hosteleros o del ocio nocturno están con el agua al cuello por la pandemia y necesitan abrir. Y otras, como el País Vasco, porque van peor con el virus y necesitan medidas más fuertes que las que ha propuesto el Gobierno.
El problema, al final, es para los consumidores y pacientes. Confusión y el ruido para la gente.
¿Se le dijo a Sánchez que iba a pasar esto? Se le dijo. Pues ahí tenemos el lío formado, que yo no entiendo nada.
CRISIS DE GOBIERNO
Entre unas cosas y otras, hay nervios en Moncloa. A lo mejor por eso andan como pollo sin cabeza. Nervios por la derrota del PSOE en las elecciones de Madrid. Nervios por lo que ha montado la ministra de Exteriores con Marruecos, al admitir al líder del Polisario y ofender a un vecino que ahora está respaldado por los Estados Unidos y se siente fuerte. Nervios porque los indultos a los líderes del procés disgustan mucho en la mayor parte de España, incluidos buena parte de los barones socialistas. Nervios porque el tarifazo de la luz ha sentado muy mal en la calle. Y nervios porque las elecciones de Andalucía pueden salir mal para los intereses de Pedro Sánchez, que apoya a Juan Espadas contra Susana Díaz, pero que podría perder esa apuesta.
Así que el visir del presidente, Iván Redondo, el que se tira por una barranco detrás de su jefe, tienen miedo de que se le caiga el pelo que acaba de implantarse, y se se rumorea toda la semana que podría haber crisis de Gobierno.
Moncloa lo ha desmentido el jueves, así que seguramente lo habrá. Suelen decir lo contrario que prometen, como casi todos los gobiernos. De hecho, casi todos hacen los cambios de ministros en verano, cuando estamos la mayoría de vacaciones y sin ganas de pensar en política. Entregados a los patos de goma y a los baños en las playas y los ríos de los pueblos.
Habrá nuevo ejecutivo, creedme, no sólo porque el actual esta achicharrado, sino porque hay demasiadas carteras. 22 ministros son una barbaridad y no hay derecho que las empresas reduzcan consejos de administración y gastos y contrataciones, y los trabajadores vean mermados sus sueldos, aumentados los despidos y reducidas sus posibilidades de empleo y, en cambio, el Gobierno contrate cada vez más empleados, muchas veces para hacer tantas tonterías como Irene Montero o Alberto Garzón.
Suenan como ministros salientes alguno de Podemos y nombres como los de Isabel Celaá, que vino anunciando libertad educativa y ha recortado los derechos de los padres; José Luis Escribá, ministro de Seguridad Social; Marlaska, el de Justicia, que sigue acercando presos de ETA y acariciando los lomos de los independentistas catalanes; y el ministro de universidades, Manuel Castells. De la ministra de Exteriores, ni os digo cómo anda de quemada.
Ellos verán.