Schlichting: "Felipe VI no es el 'ciudadano Borbón' y es un gesto ramplón comunicar el Gobierno por teléfono"
- 4 MIN
¡Muy buenos días España! Y Muy Buenos días a Don Óscar Galvan! Saludo, en el taxista que me ha traído a Cope, a esa España levantada desde la noche en Fin de Semana, que trabaja y saca delante a su familia en mitad de un frío notable, que este señor se ha encontrado esta madrugada en Toledo cuatro grados bajo cero.
Nos quejamos de falta de respeto a las instituciones. De esa ligereza para despreciar la ley que se ha demostrado en la intentona golpista de los independentistas catalanes. O de la incapacidad de algunos ciudadanos para entender cosa como que en los países civilizados no se puede rodear el Congreso o atacar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, porque todos ellos representan a los votantes. Tenemos los españoles gusto por la libertad, muy alabable, pero también cierta dificultad para entender las liturgias de la vida pública, el respeto a las formas que son más que formas, que configuran la estructura social y la vida en común. Cuando la reina de Inglaterra va en carroza o comparece ante las Cortes con manto de armiño no está jugando al carnaval, ni va disfrazada, sencillamente está representando a Gran bretaña con toda su pompa y boato.
Por eso es triste que el nuevo presidente haya decidido comunicar al rey por teléfono la formación del nuevo Gobierno, en un gesto ramplón que no lo favorece. Evita de esta manera ofender a sus socios de Esquerra Republicana de Cataluña, enfangados en una batalla con Puigdemont y recién castigados por el Supremo y la Cámara Europea, que ha dictaminado que Oriol Junqueras está inhabilitado y bien encarcelado.
No quiere Pedro Sánchez que arruguen los sutiles hocicos quienes se pasan las instituciones por el arco del triunfo, pero al evitar su comparecencia ante el Rey nos ofende a todos, porque el Jefe del Estado es el depósito de la representación popular. Felipe VI no es el ciudadano Borbón, como lo llama el nuevo ministro de Consumo, Alberto Garzón, sino la personalidad que, por decisión del pueblo, en libre votación de la Constitución, nos representa a cada uno de nosotros.
No quiere Pedro Sánchez visitar al Rey ni tampoco a la prensa, porque de nuevo ha convocado, en lugar de rueda de prensa con periodistas que preguntan al servicio de la opinión pública, una comunicación institucional a las dos del mediodía de hoy para radiarnos la composición de su Gobierno y las líneas maestras de la legislatura. No le gustan al presidente ni los periódicos, ni la radio, ni la televisión sueltos. Una y otra vez evita a los periodistas. Fea costumbre en democracia.
Y lo que va a contar ya se sabe todo a estas horas, a saber, que hay 22 ministros, incluidos cuatro vicepresidentes, con toda su pompa y rango, con 22 (23, si contamos al presidente) sueldos, coches, despachos, asesores y primas, que hay que ver los esfuerzos que hay que hacer para colocar no sólo a los representantes socialistas, sino a todos sus primos de Podemos.
Los tres nombres que faltaban en la lista saltaron ayer, a saber, el del valenciano José Manuel Uribes, que dirigirá el ministerio de Cultura; la canaria Carolina Darias, que estará al frente de Política Territorial y el nuevo ministro de Justicia, Juan Carlos Campo.
Uribes, el de Cultura, viene de la Asamblea de Madrid, es discípulo de Peces Barba y se ocupó de las víctimas del terrorismo en la controvertida época del final político de la banda terrorista. Participó en la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE como Secretario de Laicidad. Su libro “Elogio de la Laicidad” encarece la importancia de incorporar este principio en las instituciones y las directrices ideológicas de la teoría política.
Juan Carlos Campo tendrá que hacer lo nunca visto. Desjudicializar lo que Sánchez llama ya el “conflicto político” de Cataluña. No le arriendo la ganancia al nuevo Ministro de Justicia de tener que minimizar y compensar y hasta afear los pasos del Supremo o del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que están poniendo freno a los desmanes de Puigdemont, Comín, Junqueras o Torra.
Extraño ejecutivo, en que el ministro de consumo es anticonsumista convencido, el de Justicia es antijudicialización, y hasta la vicepresidenta Calviño va a tener que hacer de liberal en Europa mientras multiplica el gasto en España, si se atiene a las promesas de la investidura de Pedro Sánchez, que hizo una lista de beneficios sociales imposible de pagar ni aunque multiplique los impuestos a la clase media.
Y hay encuestas este domingo en los periódicos, que preguntan sobre el impacto del nuevo Gobierno y la evolución en la intención de voto, después del debate de investidura.