Schlichting: “No es gente en blanco y negro, es gente de muchas ideologías Pedro, es gente de colores”

"El nacionalismo es pequeño y enjuto. No va a poder con la gente que ha recorrido el mundo llena de sol y de alegría llamándose españoles"

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Cristina L. Schlichting

Publicado el - Actualizado

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Quién nos iba a decir que el presidente que sustituyó a Mariano Rajoy porque la gente estaba harta de la corrupción Gürtel, iba a ser rechazado a gritos por sus acciones nueve meses después. No por la oposición, no, por su propio partido. Por Felipe González, Alfonso Guerra, Ángel Gabilondo, Soraya Rodríguez, Javier Lambán, Emiliano García Page, Guillermo Fernández Vara o José María Barreda. La razón sencilla es que apenas un año después de los terribles sucesos de Cataluña en 2017, Pedro Sánchez se ha puesto a trapichear con los golpistas y les ha llegado a conceder la figura de un relator, un mediador en las conversaciones de los partidos sobre el independentismo. Recordemos las fundamentadas palabras el jueves de González.

Luego ha dicho que reculaba. Pero en el presidente sustituto ha pisado de lleno en la herida abierta cuando se planteó en Barcelona la ruptura institucional. Cabría pensar que lo ha hecho por una urgencia nacional, por la necesidad de apoyos en una emergencia. Pero no, lo ha hecho por aferrarse al trono del poder que se le concedió exclusivamente para convocar elecciones. No quiere irse y está dispuesto a negociar con la solidaridad entre españoles, con la unidad de España entre diferentes. Y eso, sencillamente, va a echar hoy a la gente a la calle. Naturalmente que los socialistas no van a acudir a las manifestaciones convocadas a las doce en Barcelona o Madrid, pero muchos te dicen en privado que lo desearían. La responsabilidad de canalizar la protesta pública ha recaído en la oposición, que desde el pequeño partido UPyD hasta VOX, pasando por PP y Ciudadanos ha convocado con un solo símbolo común, la bandera de todos.

Porque no se defienden hoy posturas de partido, sino la constatación sencilla de que los españoles somos iguales y que no vale meter cuñas entre nosotros para beneficiarse personalmente. Pedro Sánchez ha resultado un gran fake. Un tipo que lleva toda la vida presentándose como obrero militante del barrio de Tetuán y que era el hijo de una familia bien de la calle Comandante Zorita de Madrid, junto a la Castellana.¿Qué obrero ni obrero, si estudió en el colegio María Cristina de El Escorial y celebró su boda, oficiada por Trinidad Jiménez, en el Hipódromo de la Zarzuela? Pedro Sánchez no representa a la inmensa mayoría de los españoles, y desde luego no a los socialistas. Es un tipo sin ideas, que se adapta a las encuestas, que acoge con los brazos abiertos al “Aquarius” y después ignora a los inmigrantes del “Nuestra Señora de Loreto”. Un señor sin escrúpulos que copió su tesis y ahora ha utilizado a Irene Lozano para que le haga de negra en una hagiografía en la que nos explica que es experto en aferrarse al poder con unas y dientes, que hay que tener cara.

El afán personal y familiar se revela en esas gafas de sol en el Falcon, en las fotos con Trump y su mujer, en los viajes frenéticos e inútiles, en las estancias navideñas largas en dos de las mejores residencias oficiales de la nación, a las que viaja con su perritas Turca en cabina.

Este señor se permite decirles a los españoles que lo que él no encabece, con los independentistas que sostienen su gobierno a la cabeza, es una película vieja, en blanco y negro.

Y la gente, claro, que sólo quiere votar, se disgusta con tanta cara. Porque han veraneado en Salou, y lo aman como propio. Porque esquían en el Masella, en el Pirineo y conocen su patria, porque saben que en el Retiro madrileño hay una estatua preciosa de mosén Jacinto Verdaguer y que en la catedral de Barcelona está el Cristo que iba en la nave de cabecera en Lepanto, con los catalanes delante.

Los monjes que fundaron el monasterio de Piedra en Calatayud, en el siglo XII, venían del monasterio catalán de Poblet y las manos trabajadoras que levantaron la Cataluña textil provenían de Murcia y Almería y Extremadura. ¿Y ahora unos señores de la plana de Vic le van a afear el acento a unos de Badalona porque hablan español en casa? ¿Pero nos hemos vuelto locos? ¿Ahora unos payeses de Gerona se consideran mejores que sus compatriotas sólo porque sus abuelos jamás salieron del terruño? ¿En el mundo global? ¿Con la China y Rusia haciéndose con el mundo? ¿Pero esto qué paletada es?

No señor. Hoy se manifiesta gente que las goza cuando lee los párrafos de Pla explicando cómo se asa en el monte el conejo acabado de cazar. O que las pasa canutas con los versos difíciles del melancólico Espriú. Gente que siente suya la Sagrada Familia o el Parque Güell, que son hijos de ese Gaudí que tanto amaba a España.

El nacionalismo es pequeño y enjuto. Mezquinamente provinciano. Y no va a poder con la gente que ha recorrido el mundo llena de sol y de alegría llamándose española. Por eso sale hoy la multitud a la calle y ha venido en autobuses de todas partes. No es gente en blanco y negro, es gente de muchas ideologías Pedro, es gente de colores.

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