Schlichting: "Me niego a creer que los españoles seamos cucarachas ni debamos tratarnos como tales"

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Acabáramos. Los presos del procéslos que están siendo juzgados por el Supremo, al lado de Pedro Sánchez. Los cuatro candidatos encarcelados de Junts per Cat, Sànchez, Turull, Rull y Forn han enviado carta a La Vanguardia en la que afirman que apoyarán al presidenciable solo con que no niegue expresamente el referéndum en Cataluña. O sea, no tiene que llegar ni a lo de Iceta, de ponerle fecha en el futuro a la consulta. Basta que no diga ni mu, que es lo que está haciendo. Los de Junts per Cat se suman así a Oriol Junqueras, de ERC, que dijo que no pondría líneas rojas a Pedro Sánchez para mantenerlo en Moncloa. Es difícil de describir la sensación de vivir en un país cuya justicia se defiende contra unos golpistas y un prófugo en Bélgica que apoyan al que va a ser presidente. ¿Cómo no van a apoyarlo si, para empezar, dependen de su indulto para volver a la calle? Ayer nos quedó aquí en Fin de semana conciencia de este pacto tácito cuando le preguntábamos a la ministra Margarita Robles si se concedería el indulto a los juzgados, en caso de condena. Ella se puso a hablar de mar y los peces:

En Cataluña ha calado hondo esta ambigüedad del PSOE y hoy la encuesta de Gad 3 en la Vanguardia revela que el partido socialista será el más votado en Cataluña, por encima de Esquerra Republicana. Hay siete millones de catalanes, es el segundo vivero nacional de votos, después de Andalucía, así que el apoyo de los nacionalistas supone un vigoroso empujón para el PSOE. De hecho, este sondeo, realizado por Narciso Michavila, que enseguida nos lo va a explicar en rigurosa exclusiva aquí en el estudio, prevé para el PSOE -atención- los mismos datos más o menos que el CIS de Tezanos. A saber, entre 137 y 139 escaños para el PSOE. Aunque el PP saca mejores datos que en la consulta del Centro de Investigaciones Sociológicas, entre 81 y 86, sus escaños y los de Ciudadnos y Vox no dan para formar Gobierno. La mayoría más amplia se formaría con la suma de Ciudadanos y PSOE y si Pedro Sánchez opta por juntarse con Podemos y los nacionalistas tendría menos fuerza que en esta primera opción, pero también rozaría la mayoría absoluta de los 176 escaños.

Mientras el pacto entre los socialistas y nacionalistas alfombra las elecciones, las regiones afectadas por el independentismo viven situaciones turbulentas. Tres detenidos y cargas policiales es el saldo del acoso que ayer brindaron los bilduetarras a los participantes de un acto de Vox en Bilbao a los que acosaron y agredieron al grito de fascistas. El incidente se produce tras el escrache en Barcelona, en la irrespirables Universidad Autónoma, a las candidatas del PP, Cayetana Álvarez de Toledo y de Ciudadanos, Maite Pagazaurtundúa. Por su parte, Pablo Iglesias apareció ayer en un acto con la bandera independentista canaria, que es una cosa que yo no sabía que existía. Se trata de un símbolo de un movimiento por la autodeterminación Canaria fundado en 1964 que operó a través de los denominados Fuerzas Armadas Guanches y destacamentos Armados Canarios. Desapareció en los ochenta sin pena ni gloria.

Me quedo con una interesante entrevista del antropólogo vasco a El Mundo. Mikel Azurmendi, que militó en ETA y se retiró antes de mancharse las manos de sangre. Que abominó de aquello y encabezó el movimiento de ciudadanos vascos contra la banda tiene una preocupante reflexión:

“Ahora mismo la política en España es una guerra civil por otros medios. Mira cómo se tratan los políticos, cómo se insultan, incluso los periodistas, y cómo nos llaman fascistas a los que no pensamos como ellos. La palabra se está usando como se usaba en el 36. Hoy no hay armas como entonces, está Europa y mucha gente está mirando a España". 

No es los mismo, ni puede serlo, pero se ha impuesto la condieración de que el otro es un enemigo, y cuando al otro se le califica de enemigo falta muy poco para dar el paso. Hace meses, durante el conflicto de los taxistas, me impactó cuando la hija de uno de ellos dijo que todos los Cabify eran como cucarachas y que había que aplastarlas. La ideología de hoy no es que el otro es un bien, sino que es una cucaracha. Necesitamos repensar de nuevo dónde estamos. 

Estoy de acuerdo. Me niego a ser una cucaracha. No creo que los españoles seamos cucarachas ni debamos tratarnos los unos a otros como tales. No son cucarachas las familias que comparten el domingo, aunque padres, hijos y nietos voten a partidos distintos. Pensemos si nos merecemos esta guerra civil de palabras, si esto merece la pena.

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