"Cuento la historia de la prostituta nigeriana descartada por no tener pechos"

Marta Robles, periodista y escritora española, ha pasado por los micrófonos del programa para hablar de su nueva novela

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“Con esta novela quería implicar al hombre porque sin él no habría trata de mujeres”

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

Publicado el - Actualizado

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Hay personas con muchísimas facetas, personas que te llaman la atención y, que a lo mejor, son profundos intelectuales y, a la vez, excepcionales deportistas. Es el caso que nos ocupa: Marta Robles, una gran mujer con una larga carrera periodística en los medios de comunicación que, además, es escritora y nos trae una gran novela, una que se sumerge en el mundo de la trata de mujeres, en la más sórdida prostitución y que nos hace recordar algunas cifras que nos vejan y nos dejan el muy mal lugar y nos avergüenzan.

España es el país europeo que consume más prostitución, un 80 % de las inmigrantes que llegan a España lo hacen con este fin, no hay distinción entre niñas, maduras, colores o razas y cada vez más la prostitución es entendida como un bien de consumo en el que se inician pandillas de jóvenes, con lo que celebran despedidas de solteros o que es visto con absoluta indulgencia.

Marta explica que la trata “es un tema muy sórdido pero que forma parte de nuestra realidad. Me acerqué al asunto hace unos 10-12 años de la mano de Mabel Lozano, que era justo cuando ella empezaba a volverse activista y es directora de cine social y lo hace con entusiasmo y pasión. En esa época yo seguía mucho su trabajo y ya sentí la necesidad de escribir una novela sobre esta historia pero Mabel me convenció de hacer cosas reales y reportajes, entrevistas, etc., así que después de yo entrevistarme con dos víctimas de trata, que me puso en contacto con ellas Rocío Mora, que es directora de APRAMP, la asociación para la reinserción de víctimas de trata, decidí aparcar el tema pero lo seguí muy de cerca. Años más tarde yo convencí a Mabel de que escribiera un libro y fui la editora del mismo, un libro en el que se habla mucho de los proxenetas. Fue cuando, de pronto, descubrí que había muchísimas personas que estaban escuchando todo el día informaciones sobre la trata y la prostitución y que habían desarrollado una especie de piel de rinoceronte y no les importaba absolutamente nada. Es decir, que la gente no tenía casi ni compasión por estas chicas y se habían convertido, prácticamente, en monstruos. Pensé que muchas veces, como tenemos tanta información sobre temas tan sórdidos como este, al final es mejor abordarlos a través de la ficción porque así podemos tocar el corazón de las personas. Así que me lancé a escribir este libro y no centrarme en cualquier aspecto de la trata sino en el escalón más bajo, protagonizado por mujeres nigerianas, que vienen después de hacer un viaje terrorífico desde Benín, que puede durar varios meses”.

Para construir el personaje de Blessing y para hacer esta novela “lo primero que hice”, relata la autora, “fue hablar con cinco chicas nigerianas víctimas de trata, además con varios policías y expolicías, con algún narcotraficante… he hablado con muchas personas porque cualquier escritor, para hablar de un asunto y que realmente parezca verosímil, sea de este momento o del S. XVI, tienes que apuntalarlo sobre datos reales, y si no lo haces es irresponsable y el resultado no será creíble ni verosímil, que es lo que tiene que ser una novela. No real pero sí verosímil”.

Robles ha reconocido sin problemas que ella quería “plasmar algo que no abordamos nunca desde el punto de vista periodístico y que no sale en los reportajes: la soledad de esas mujeres, mujeres que son como tú y como yo, que después de hacer un viaje, en este caso desde África desde Benín, que puede durar entre tres meses y tres años, y en los que son violadas reiteradas veces, torturadas, humilladas y vejadas, que pasan por las peores situaciones imaginables, entran en nuestro país de las formas más insólitas”. “En el caso de Blessing”, continúa la autora, “entra en el salpicadero de un coche, enroscada por debajo. Y al llegar a España creen que van a ver la luz y resulta que tienen que bajar otro peldaño más en el infierno que es cuando empieza el absoluto horror”.

“Quiero insistir en que son mujeres como nosotras”, añade Marta, que detalla que “muchas veces parece que por estar encerradas y tras unas luces olvidamos que sienten igual, tienen los mismos miedos, los mismos sueños, las mismas angustias, quieren que las quieran, una vida normal, exactamente lo mismo que nosotros, y enferman como nosotros. Casi nadie piensa qué es lo que ocurre con una mujer que enferma no de un catarro sino de un cáncer de mama, algo muy habitual en nuestra sociedad, y esta chica enferma de eso y cuando le hacen una mala operación y le cortan los pechos se convierte en mercancía inservible. Entonces le pegan un tiro en la cabeza con una frase lapidaria, ‘¿para qué sirve una puta sin tetas?’, y es de las frases que la pronuncio y me sigue doliendo el corazón”.

Profundizando más en la trama, Robles insiste en que “quería llevar al lector de la mano para que conociera los sentimientos de todas estas mujeres. No solo pensaba que lo debía hacer a través de los sentimientos de Blessing sino a través de la reflexión de un hombre, porque quien reflexiona sobre todo este asunto es el detective Roures, ese personaje que ya conocíamos de mis anteriores novelas y es un reportero de guerra retirado con una visión particular del mundo, tiene una mochila de arrepentimientos por cosas que no tendría que haber hecho, incluso reconoce en este libro que consumió prostitución durante las guerras y que es algo que no le hace sentir en absoluto orgulloso, que se ha equivocado y reconduce su conducta. Yo siempre digo que alguien que reconoce sus errores y cambia es casi un héroe, y más en estos tiempos en los que nadie los reconoce”.

¿Por qué centrarse en él? Marta asegura que le parecía “muy interesante que fuera un hombre el que reflexionara sobre la prostitución y la trata porque muchas veces nosotras nos reunimos para hablar pero dejamos a los hombres fuera, y muchas veces ellos son parte del problema o, como en este caso, el problema, y si ellos no se conciencian o ponen su granito de arena y reconducen su comportamiento, es inviable que se pueda hacer nada”.

La novela no ignora los tremendos rituales de vudú que se hacen en África: “Todas las víctimas de trata vienen con una deuda. Los captadores van a los países de origen, mandados por los proxenetas, y se ponen en contacto con las víctimas y se les queda la deuda del viaje, la cual tienen que pagar sí o sí, y no pueden denunciar a nadie porque la garantía son sus familiares y las pocas propiedades que tengan. En el caso de las mujeres nigerianas a todo esto se une un ritual de vudú que les hacen antes del viaje y que, a veces, les repiten aquí. Mucha gente me pregunta cómo es posible que haya gente que siga creyendo en el vudú en este siglo, y les digo que no hay que sorprenderse porque seguimos creyendo en los horóscopos. De verdad, en el caso de las nigerianas su condena es doble porque, por una parte, muchas han sido vendidas por sus familias, además contraen una deuda impagable por el viaje (50.000€) y, además, esos rituales absolutamente aterradores y que les amenazan con que se van a volver locas y con toda suerte de problemas impensables e increíbles”.

‘La chica a la que no supiste amar’ es la nueva novela de Marta Robles, disponible ya en la Editorial Espasa.

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