“El Daesh secuestró a una de nuestras monjas y llevamos tres años esperando su regreso”

Dos miembros de Manos Unidas nos hablan, en Fin de Semana, de la campaña 'Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú'

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“El Daesh secuestró a una de nuestras monjas y llevamos tres años esperando su regreso”

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

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El 4 de febrero Manos Unidas va a presentar un proyecto enfocado al problema medioambiental. Estos cambios climáticos están generando trastornos enormes a poblaciones que se han quedado sin agua, no tienen qué comer porque no pueden cultivar y se tienen que ir de sus lugares de origen porque ya no son habitables y se tienen que ir a los suburbios de las ciudades.

En Fin de Semana hablamos con dos personas que viven con estas otras personas atormentadas y llevan inscrito en el corazón el lema de Manos Unidas 'Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú'. Una oportunidad para sacar la cabeza de nuestra vida cotidiana de nuestra España desarrollada y comprobar que el resto del planeta no está igual, que muchos pueden depender de nosotros y de nuestros gestos.

Una de esas personas es la Hermana Janeth Aguirre, colombiana de origen, misionera franciscana de María Auxiliadora y que desarrolla su labor en Koulikoro (Mali), le cuenta a Cristina que “esta campaña es muy importante para todos”. Allí hay problemas con el clima y el calor, y ella está acostumbrada a vivir con las temporadas cálidas: “Llega a 45 y 50ºC, es algo difícil pero logramos acostumbrarnos tras tantos años”, pero aparte de esas dificultades afrontan otra como Al Qaeda y sus derivados.

La Hermana cuenta que allí son seis: “Somos seis pero secuestraron a una de las hermanas. El 7 de febrero se cumplirán tres años de no verla, de esperarla, y de confiar en Dios para que un día regresará. La acusan de enseñarle a esta gente cosas occidentales, de alfabetizarlas, hábitos de higiene, cosas esencial pero que allí no las hay por las condiciones en las que vive la población. No es la población la que la acusa porque ellos quieren salir adelante. Al Qaeda apareció: una noche estaban en casa y llegaron varias personas con armas blancas y se las llevaron y se declararon directamente que eran de Al Qaeda. Se iban a llevar dos, pero cuando la responsable de la casa vieron que les pedían el pasaporte y que se iban, ella sale y da la cara por la otra, les ruega que no se lleven a la otra, y al final aceptaron, se llama Gloria. Desde entonces apenas sabemos de ella, supimos hasta el segundo año, en julio de 2018 tuvimos el último vídeo de supervivencia y en diciembre hubo un ultimátum por parte de ellos diciendo que no sabríamos nada más porque no había voluntad de liberación, pero sabemos que nuestra policía colombiana, que España allí y Francia han tratado de agilizar las negociaciones y mirar posibilidades de negociación, pero la cosa es muy compleja”.

“El miedo se mete en la piel porque somos personas y reforzamos la seguridad en la casa”, relata la Hermana: “La policía la revisó, pero estamos en un lugar donde la gente desea salir adelante y trabajar, de mejorar su vida, y nos abrieron el alma y el corazón. En honor a ella seguimos trabajando y dando lo mejor de nosotras y seguimos recibiendo a la mujeres que vienen a trabajar y salir adelante como ella lo hacía, eso transforma el mundo de nuestras mujeres”.

Mali, explica Janeth, se está desertizando: “La tierra es sabia y tiene sus ciclos que le permiten sobrevivir, pero hace 15 años que vemos que las temperaturas aumentan y pasamos de 42ºC a estar a 50ºC a la sombra y pasar de ver pozos con agua todo el año y poder cultivar los huertos y tener frutas y lo necesario, a hoy que estos pozos solo tienen agua cuando llueve, que es muy poco. Durante tres meses las mujeres logran cultivar, pero luego tienen que irse a la orilla del único río que tenemos y eso crea situaciones complejas porque la demanda de tierra para un huerto es enorme. Si no hacen eso se mueren de hambre, es su manera de vivir”. “¿Dónde están los hombres?”, pregunta Cristina, a lo que la Hermana responde que”, “por cultura, ellos trabajan o cultivan la tierra en tiempo de lluvias, hay muchos estereotipos que les favorecen y que las mujeres disfrazan de honor y orgullo. Cuando no cultivan están sentados bajo el árbol tomando el té, por honor”.

Por su parte el Padre Alberto Franco explica que “la gente no se va del campo, les sacan. Hay un conflicto armado que ha sido usado como disculpa para despojar a los campesinos de sus tierras. En Colombia se han desplazado en los últimos años alrededor de 7 millones de personas, es el país del mundo con más desplazamiento interno, y les han quitado más de 8 millones de hectáreas. Se las han quedado una alianza entre paramilitares y militares con sectores empresariales, responsables del mayor número de desplazamientos y son los que hoy tienen las tierras. Con ellas hacen agronegocios, monocultivos de palma, banano... hay un trasfondo económico muy grande en zona de rica biodiversidad, de muchísima industria extractiva (oro, cobre, carbón, petróleo). El motivo de movimiento es la gente desalamada, lo que pasa en esas zonas de gran riqueza es que llegan, implementan sus proyectos y empiezan a destruir el ambiente. La Corte Constitucional Colombiana dice que los empresarios paramilitares y militares responsables destruyeron el 93 % de la biodiversidad en una zona de reserva de especial protección de la sociedad civil”.

“Es una situación muy dolorosa”, continúa Alberto, “porque es llegar desarraigado de tus tierras, cambio de clima, de cultura y de relaciones a un ambiente hostil, y además con mucho silencio. Hay gente que incluso con confianza no te dice nada por ese miedo, sobre todo si ese desplazamiento tiene que ver con los militares y paramilitares. Eso tiene que ver con las tierras y los intereses”.

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