La difícil decisión de María, una joven de 15 años de Cataluña, para huir del matrimonio que le concertaron sus padres
Sus padres, provenientes de Bangladesh, quisieron casarla con un hombre que ella no conocía y lo que tuvo que hacer para salir de ahí es digno de admiración
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12 millones de menores de edad. Esas son las que, en todo el mundo, son obligadas a casarse con hombres que no conocen y que, en su mayoría, son mayores que ellas.
Son niñas de 12, 13 o 15 años, cuyos padres las obligan a contraer matrimonio en contra de su voluntad. Una realidad de lo más angustiosa y que, todavía agobia más, cuando te das cuenta de que en España también pasa. No, aquí no es legal, pero hay quien lo practica.
Suele tratarse de inmigrantes o segundas generaciones de culturas en donde esta práctica está muy extendida. Y es, exactamente, lo que le pasó a María Islam.
María es una joven que, actualmente, tiene 26 años, pero que cuando tenía tan solo 15, se enteró de que sus padres iban a entregarla en matrimonio.
Su futuro marido, mayor que ella y al que no conocía de absolutamente nada, provenía de Bangladesh, igual que los padres de María.
Cuando se enteró de que ese era su porvenir, tuvo que reunir la valentía suficiente para denunciar la situación y hacer todo lo que estaba en su mano, siendo tan solo una niña, para huir de esa situación.
La valiente decisión para huir y dejar todo atrás
A María le quedaban tres años para cumplir la mayoría de edad y, un buen día, hablando con su hermana mayor, descubrió que sus padres tenían concertado un matrimonio para ella.
El hombre, del que no tenía apenas datos, era de Bangladesh y su vida estaría unida a él de por vida. Antes de tener más detalles sobre él, decidió dejarlo todo atrás y huir, aunque no podía hacerlo sola.
“Nunca supe cómo era el marido porque me fui antes, yo supe que se había concertado el matrimonio por mi hermana mayor. No quise saber más detalles” comentaba.
No sabía qué es lo que quería hacer, pero sí sabía que iba a huir de un matrimonio que jamás le haría feliz. Por eso, aunque eran vacaciones, decidió acudir a su profesora.
“En ese momento era muy pequeña, me dieron unos avisos en el colegio por si necesitaba ayuda, y cuando supe lo del matrimonio forzado acudí a ella por supervivencia. En ese momento activó el protocolo, habló con el director de la escuela y a los Mossos, hicimos declaraciones y hasta aquí” decía.
Lo que no sabía, es que eso le alejaría, irremediablemente, de su familia. “Acabamos en un centro de menores de acogida, cuando cumples la mayoría de edad entras al sistema de extutelado, vas a un piso durante tres años y he ido cambiando hasta ahora, ahora tengo mi propio piso con 26 años”.
“Yo ya no tengo trato con mi familia, solo con mis hermanas. Te desvinculas totalmente, a pesar de que los años pasen, las ideologías son muy distintas y por salud mental no he sido capaz de tener una relación con mi madre” confesaba.
Una decisión fruto de poder vivir en España
Aunque tomó la decisión, por salud mental, de alejarse para siempre de su familia, María sabe que sus padres habían sido criados con esa cultura y era difícil abandonar esos preceptos.
“Cuando ellos conciertan el matrimonio, velan por tus intereses aunque no entiendan que es forzado. No se cuestionaron si era legal, no veían que estaba en contra de su práctica” confesaba. Por eso, el haber denunciado la situación, le hizo sentir durante años mucho “remordimiento de conciencia”.
Sin embargo, agradece haber crecido en España, con otra cultura, porque eso le hizo entender que esa práctica era errónea y pudo elegir lo que era mejor para su vida.
Tienes tanto miedo de tomar la decisión que es muy difícil de gestionar. Si no hubiera tomado esa decisión, no estaría como estoy ahora. Estoy muy contenta por la decisión que tomé en su momento” sentenciaba.