Una oyente de López Schlichting va a la peluquería un día cualquiera y lo que le dice la estilista le cambia la vida: "No tenía esperanza"

Es el testimonio de Susana. Una oyente de 60 años que ha relatado el tiempo en el que ha vivido en una situación muy complicada

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Una oyente de López Schlichting va la peluquería un día cualquiera y lo que le dice la estilista le cambia la vida: "No tenía esperanza"

Redacción Fin de Semana

Publicado el - Actualizado

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Hace años, hablábamos de la gente que con 50 años tiene dificultad para reinsertarse laboralmente. Pues no te cuento si tienes 60. Esto cada vez es más frecuente porque cada vez vivimos más. Las personas están en plena forma hasta los 80. Su periodo laboral cada vez es más largo... en fin, que son muchos los factores.

Lo cierto es que encontrar trabajo a los 60 años es casi un imposible. Hemos escuchado con interés lo que nos ha relatado Susana. Es una fiel oyente de 'Fin de Semana' y nos ha contado que, después de mucho tiempo sin trabajar, se acaba de incorporar a la vida laboral. 

Pastelería

¿A qué se ha dedicado Susana profesionalmente? Responde que, durante muchos años, se ha dedicado a la decoración. Ha tenido altibajos. Tuvo su propio negocio. Hace tres décadas, la vida le cambió radicalmente porque le diagnosticaron "agotamiento físico y mental. Yo quería hacerlo todo. Yo vivía en Majadahonda y me fui justo a la contraria. A fregar a un restaurante. Y, desde ahí, pues también hice algo de hostelería. En negocios de dependienta y demás".

Luego, en los últimos seis-siete años, trabajó en un taller de reparación de muebles. Que le apasiona.

Susana también ha reflexionado sobre las nuevas generaciones. Están bien formadas "pero les falta algo. Vas en el metro y la única que no lleva el teléfono abierto soy yo. Quedan tres o cuatro chicos donde estoy trabajando ahora y están con el móvil. No hablan entre ellos".

El problema que tienen, matizaba López Schlichting, es que "todo lo hacen por móvil. Piden un trabajo por ahí. Establecen las matrículas de la universidad vía online. Entonces desarrollan una cierta 'rigidez facial'".

      
             
      

La pastelería en la que está trabajando se encuentra en el barrio de Salamanca y Susana es muy cercana con sus clientes. "Y te miran a los ojos realmente. Te expresan ese pequeño cariño que, ya te digo yo, una niña de 20 años no va a hacer". A nuestra oyente le ha costado mucho encontrar trabajo y "me han echado el CV abajo ni te cuento. Y, de la manera más tonta, encontré este trabajo a través de la peluquería a la que voy. Me dijo la peluquera que en una pastelería donde compro el pan, necesitaban gente". Le prometió que la llamaría para darle más datos.

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Panadería

No la llamó finalmente. Y, al mes siguiente, la peluquera le insistió. Le dijo que el cartel seguía. La oferta era en otra pastelería. Pero le dijo que debía hablar con la dueña. 

Susana no tenía esperanza. Pensaba... para qué ir. Porque es que desde su último trabajo al nuevo pasaron muchos años.

      
             
      

"Estaba en una situación complicada. He ido tirando de ahorros, un plan de pensiones, de todo lo que podía. Y, sobre todo, he bajado el nivel de todo", desgrana en los micrófonos de 'Fin de Semana'. Pero esta circunstancia le ha enseñado que "tenía que ser obligatorio que todas las personas estuvieran bien económicamente y mal. Yo no necesito nada ahora. Mi sueño más recurrente, estos meses atrás, era ir al supermercado a comprar".

"la que es ahora mi jefa me respondió que nunca les había importado la edad"

Aprendió a comer de otra manera y todo el dinero se le iba "en poder echar gasolina. Dar a mis perros de comer. Tener el pienso, las latas y las chuches".

Por fin, llega Susana hasta esta pastelería. Y por casualidad. Habló con la dueña y le pidió que le contase lo que había hecho laboralmente. La invitó a ir y hacerle una entrevista personal.

      

"Es una persona encantadora. Y, en la calle, le dije que tenía 60 años. Me respondió que nunca nos ha importado la edad", le dijo provocándole una sonrisa en el rostro de Susana.

Lleva 2 meses trabajando y los quince primeros días, relata, iba llorando por el metro porque no podía andar. "Siete horas sin parar. Yo no he visto una cosa igual".

Todo el mundo en el pueblo en el que vive le conoce y "me quieren. Me paran por la calle. Y, de repente, me dicen que me ven diferente".

Susana no para. Ha hecho todos los cursos que ha podido hacer. Sabiendo que nunca la iban a contratar para aquello para lo que estudiaba. Sin embargo, y acabando su intervención en 'Fin de Semana', contaba que esto le permitía sentirse más útil y "aprender algo que me ha valido. He vuelto a coger apuntes, hacer exámenes, y todo eso te da un poco la frescura para poder continuar".