Schlichting: “Sánchez tiene que quitar las mascarillas para que hagan de sábana y mantita de sus vergüenzas”
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Muy buenos días España! Es 19 de junio y hace fresco. Durante todo el fin de semana continuará la inestabilidad. Excepto en Andalucía occidental y sureste, o sea, mi querida Almería, habrá probabilidad de chubascos y tormenta prácticamente en toda la península, más fuertes en Pirineos y en la cordillera cantábrica. A las once hablaremos despacio con Jorge Olcina.
Un hecho al que los medios no dan la principal importancia está detrás de las noticias hoy. Una visita más o menos secundaria que da hasta un poco de risa, porque cuando pensamos en Puigdemont se nos viene a la memoria un señor bajito con un mocho de pelo espantoso en la cabeza que vive amargado bajo el cielo panza de burra de Bruselas, porque se escapó de España en un acto cobarde que acabó en el maletero de un coche, que hay que ver qué triste.
Bueno, la noticia es que el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés ha ido a Bélgica a visitar al del tupé estilo el Puma, y que no se trata de un viaje de amigos. La cosa es que se han juntado para hablar de los indultos y de lo que están preparando después, a saber, el método para que Puigdemont pueda regresar a España sin pasar por la prisión, que es donde debería de estar. Es tan fea la visita a Bruselas ahora, cuando ya nos han endiñado los indultos, que lo mismo se anuncian el martes, que Iván Redondo ha tenido que inventarse una película para disimular. Y aquí es donde viene lo de que Pedro Sánchez anunciara ayer que se quitan las mascarillas en la calle el próximo sábado.
Sin mascarillas en el exterior el 26 de junio
¿Os imagináis al presidente de los EEUU o a la canciller alemana ocupándose de las fechas y modos de uso de las mascarillas? Era asuntos de la interterritorial de las autonomías y de las autoridades sanitarias, pero él, el presidente nuestro, sabe bien la alegría que nos dan estas cosas y cómo dosificar sus sanas apariciones en público para hacerse el simpático. A mí, qué queréis, me ha recordado este repicar de mascarillas este otro anuncio de hace exactamente un año, sobre la lucha contra el virus.
Vino el otoño y el repunte de la epidemia y otra vez los hospitales llenos. Veremos qué pasa ahora con la variante Delta del covid y si aquí ocurre lo que está pasando en Rusia o en Gran Bretaña, donde otra vez están breados con el virus. Pero entretanto, bien sirve una mascarilla para tapar las vergüenzas de un gobierno que pone en la calle a los jefes de los CDR, esos que ahora sabemos que tenían explosivos y las matrículas de aquellos contra los que planeaban atentar. Esos Jordi Cuixart y Jordi Sánchez que se amotinaron frente a la consejería de economía de la Generalitat y arengaron a la gente para que rodeara las comisarías y los cuarteles de la guardia civil y destrozara los coches de la benemérita. Claro que tiene que quitarnos las mascarillas, para que hagan de sábana y mantita de sus vergüenzas.
7 años de Felipe VI
Y hoy es 19 de junio y hace 7 años de que Felipe VI se convertiera en Rey y encarnaba la forma de estado que nos dimos los españoles votando la Constitución, la monarquía, como Gran Bretaña.
Hace siete años que el rey la reina viajan por España en representación de todos notros, que recuerdan al mundo quienes somos y ponen cara a nuestro país, que no se cansan del tedioso deber de saludar, sonreír, dar premios, animar, felicitar y consolar a quienes han padecido terremotos, inundaciones, muertes por covid.
Ahora que los de Podemos y los secesionistas han puesto de moda lo de ser republicanos convienen preguntarse para qué un rey. Por qué un rey. Porque esto no es un sentimiento bobo, sino una razonamiento bastante cabal y frío. Somos muchos los que venimos por ejemplo de familia republicana, de Azaña y del Comunismo, los que nunca formamos parte de la Corte ni los pelotas, que hemos preferido cerebralmente a este hombre y a su mujer como representantes. Porque España viene de una república fallida que acabó en guerra civil y porque es nuestra especialidad pelearnos aguerridamente entre izquierda y derecha y entre comunidades autónomas. Cada uno es más importante que el otro; su tierra, superior; sus ideas, mejor y más liberadoras. Hay muchos países democráticos y constitucionales que eligen la monarquía como forma de Estado, pero es que aquí nos funciona de maravilla porque por fin hay una instancia por encima d ellos partidos y las ideas, por encima de las identidades. Uno que no viene del turno de las formaciones ni de la batalla electoral.
Se quejan Rufián o Pablo Iglesias o Ione Belarra de que ellos no pueden ser reyes, de que su familia no ha sido la elegida. (Menos mal, aprovecho para hacer el chiste). Se trata de una forma ramplona de pretender que todas las instancias en democracia tienen que votarse, como si por ejemplo los jueces fuesen elegidos, no entrasen a su puesto por oposición. El rey es rey y su familia reina porque lo hemos decidido para que las familias de otros no se apoderen del chiringuito. Para que no tengamos cada cinco años el circo de otro enfrentamiento partidista.
¿Quieres saber por qué te estomagaría la república? Pues piensa en un dirigente del partido que a ti no te guste nombrado presidente de la república. Si eres socialista o de podemos imagina a Rajoy o Aznar de presidente. Si eres de derechas, imagina a Sánchez o Zapatero de presi.
Que no, hombre, que esta fórmula práctica permite un jefe de estado por encima de las ideas y los partidos, que se limita a la Constitución y las leyes, que nos representa a todos de forma universal y sin acepciones. Pero lo que más me sorprende, en este séptimo aniversario de la investidura, es que haya españoles que se empeñen en cambiar algo que, por fin, nos funciona. Algo que facilita las cosa en lugar de complicarlas y que por una vez no nos enfrenta. Si es que digo yo que lo que nos gusta es complicarnos.