La historia de Marta Bustos: de perder la visión en un accidente a ser un ejemplo de superación

Esta influencer perdió la vista, el gusto y el olfato mientras hacía jabones artesanales. Ahora es un ejemplo de superación y de cómo vivir de nuevo con una segunda oportunidad

Redacción Herrera en COPE

Publicado el - Actualizado

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La vida a veces nos sorprende. Cuando menos lo esperamos, puede pasarnos algo que nos cambie todo, que nos trastoque o que ponga nuestra vida del revés. Esas cosas que no esperamos que nos pasen porque siempre pensamos que ocurre a los demás, pero que nunca podría pasarnos a nosotros. Hasta que ocurre. Eso le pasó a Marta Bustos. Esta joven española vivía en Seattle con su marido David. Su mayor afición por aquel entonces era hacer sus propias pastas de dientes, detergente, cremas y también jabones.

Conocía bien el proceso, tenía las cantidades medidas y sabía perfectamente cómo hacerlo. Todo estaba en orden, hasta el 17 de junio de 2020. Aquel día, Marta quería hacer un jabón especial para pieles sensibles. Sosa cáustica, agua y aceite. Tras 45 minutos, Marta no era capaz de lograr la temperatura adecuada y la mezcla no se espesaba. Así las cosas, tomó la batidora para acelerar el proceso. El recipiente se calentaba y las gafas se le empañaron. Ni siquiera tuvo tiempo para reaccionar: la mezcla le explotó en la cara. Perdió el gusto, el olfato y también la vista.

"Lo primero que sentí fue un dolor inexplicable, pero algo curioso. Cómo mi cuerpo entraba en una especie de peso muerto y estaba en un estado de supervivencia total", ha confesado este lunes en 'Herrera en COPE' y ha agregado que casi de inmediato se quedó ciega: "Se me inflamaron los ojos que no veía nada. Esta mezcla me explotó en nariz y boca". Se le hizo difícil hasta respirar, y bajo "un sabor a tóxico", su cuerpo le alertó de que aquello "no era normal".

"Lo primero entré en pánico porque no sabía si mi marido se había ido, si estaba en casa. Esa sensación de estar sola... Cuando nos pasa algo malo, el hecho de estar acompañados nos arropa. El no saber me dejó paralizada", ha continuado la joven. Mientras iba andando a ciegas por el pasillo camino del baño, llegó su marido y le cogió en brazos. Se metió en la ducha, con la ropa puesta incluso, "y ahí empezó todo".

Primero llamaron a los bomberos para que hicieran una primera valoración y para evitar los primeros costes de la sanidad estadounidense, que "es poco asequible" hasta que vieron "que era algo mucho más grave que de entrada pudiéramos pensar". Todo se complicó también por las lentillas. Por aquel entonces ella tenía miopía y astigmatismo. "Sabía que en los laboratorios no se deben llevar porque pueden derretirse, pero no lo piensas. Yo estaba con mis lentillas hasta que intente quitarlas, vimos que una se había derretido o y dije "esto es muy grave".

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Al día siguiente, y antes de bajar al quirófano, mandó un mensaje de voz a sus padres diciéndoles "que tranquilos, que estaba bien y que confiaran en todo". Así comenzó toda una odisea, también económica. "Solo las primeras dos semanas fueron 167.000 dólares", ha contado, y así inició una campaña de recaudación de fondos para tratar de costear "un tratamiento, si lo había, fue la desesperación". Algo que, lamentablemente, también tuvo consecuencias: había mucha gente "opinando, diciendo barbaridades, gente que pensaba que los estaba robando...".

Pese a todas estas adversidades, Marta tuvo que aprender "a vivir de nuevo". Recuperó el olfato con el paso de tiempo, tuvo que aprender a leer de nuevo y a vivir una nueva vida. "Cuando te pasa algo así, aunque no quiero romantizarlo, es que tienes un lienzo en blanco, es una segunda oportunidad. Como un videojuego, como morirse y tener otra vida", ha asegurado la joven. "Esa Marta ya no está, he vuelto a nacer de otra manera".

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