'Crónicas perplejas': "La capacidad del ser humano para ahondar en los errores es algo inaudito"

Habla Antonio Agredano de cuando las cosas salen mal, de cuando todo va mal y de cómo debemos afrontar las adversidades

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Hay una lección que se aprende pronto en la vida: 'Todo puede ir a peor'. Una vez se me embarcó un balón en el tejado del colegio. Para un niño, ya parece una desgracia suficiente. Pero más grave fue intentar rescatarlo y hacerme polvo el tobillo al trepar por las ventanas.

Todo puede ir a peor. Hace nada se me rompió el microondas. Mientras lo lamentaba fregando los platos, vi que también se me había atorado el fregadero. Otro día, antes de una reunión importante, me salió un granito en la mejilla. Me lo intenté quitar, con algodoncitos y alcohol incluido, y a las dos horas tenía la mejilla como si fuera un extra de Walking Dead.

La capacidad del ser humano para ahondar en los errores es algo inaudito. Por eso tengo la teoría de que, ante la desgracia, hay que hacerse el muerto. Como dicen que hay que hacer cuando nos cruzamos con un oso en el bosque.

Cuando las cosas salen realmente mal, cuando el baño se inunda, cuando una llamada te rompe todos los esquemas, cuando el jefe carga su ira contra ti, cuando te dejan de querer o te quieren de más, cuando el coche no arranca por las mañanas… lo mejor es sentarse en el sofá, apoyar las manitas cruzadas sobre la barriga, y cerrar los ojos.

Y esperar que escampe. Porque no hay nada más arriesgado que tratar de solucionar las cosas. A los errores hay que dejarlos tranquilos. Que sigan su camino. Los errores son como esos globos cargados de helio que se les escapan a los niños. Sólo hay que abrir un poco la mano y ver como se elevan y se elevan hasta desaparecer.

Hacedme caso: si habéis metido la pata, si el mundo se derrumba a vuestro lado, sentaos en el sofá, cerrad los ojos, respirad profundamente y no toquéis nada. El tiempo siempre corre de nuestro lado.

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