'Crónicas perplejas': "Para deporte de riesgo, no tener absolutamente nada que hacer"
Habla Antonio Agredano de los deportes de riesgo, de las aventuras y peligros a los que se apunta la gente cuando tiene vacaciones
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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".
Las vacaciones son para descansar. Y cuando hablo de descanso me refiero a: horizontalidad, coctel bien cargado y gafas de sol.
Ya, ya sé que el turismo ha cambiado y que hay templos en la Isla de Java que no puedo perderme y que ver a gorilas en las montañas de Uganda es una experiencia única.
Pero yo soy de hamaca y vulgaridad. Yo soy de revistas en la playa, de bermudas de colores y de despreocupación.
Lo más arriesgado que he hecho en unas vacaciones es comer judías en un desayuno de bufet libre. Hasta alquilar un hidropedal en Torremolinos me parece demasiada acción.
Las vacaciones son un lugar para la nada. Ya pasó mi tiempo de Indiana Jones, bienvenido a mi tiempo de jubilado alemán, rojo por el sol, tatuajes despintados y barriga orgullosa en las playas de Mallorca.
Tracking, rafting, puenting… no nos podemos fiar de ninguna actividad que acabe en ing. Salvo el vining, las taping, la siesting y el living la vida loca.
Si queréis encontrarme, buscadme en una conga o bailando el follow the leader en una verbena veraniega, o gritando «otra ronda, jefe» en la barra de un chiringuito, o haciendo como que miro el horizonte cubierto hasta la cintura por el mar.
Para deporte de riesgo, no tener absolutamente nada que hacer. Ese es el lujo para el que trabajo todo el año.
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