‘Crónicas perplejas’: “¿Por qué volvemos a la sensación de que este país se dirige hacia el desconcierto?"
Habla Antonio Agredano a la nueva huelga de transportistas
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Habla Antonio Agredano En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus ‘Crónicas Perplejas’.
Cuando se empiezan a decorar las ciudades con luces navideñas, cuando los escaparates ya están adornados con rojos y verdes, cuando los catálogos de juguetes ya andan de mano en mano, de los niños, en casa, a los españoles se nos viene a la cabeza el fantasma de las estanterías vacías, de las verduras pudriéndose amontonadas en el campo porque nadie las transporta, de la Guardia Civil escoltando los camiones cisterna cargados de leche. Y ahora que parece que el verano se acaba de verdad, en vísperas de unas Navidades tan deseadas: ¿Por qué volvemos a marzo? ¿Por qué volvemos a la inquietud, al tacto del caos, al fuego cruzado, a la sensación de que este país se dirige suavemente hacia el desconcierto?
No se me ocurre ninguna razón banal para que miles de transportistas, autónomos, cuyas familias dependen de su trabajo, decidan parar. Decidan dejar de ingresar el dinero que les sustenta. Por más acusaciones que se viertan, ninguna acción emprendida por una mayoría debe ser despreciada, estigmatizada o cuestionada por la ideología de sus portavoces. Ni en este ni en el otro lado. Cuando aparece el colectivo, se diluye el individuo.
La Ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana de España, Raquel Sánchez Jiménez, dice que todo está bien. Que todos los acuerdos se han cumplido. Que no hay motivos para este parón. Y me acuerdo de ella en Extremadura diciendo que los problemas del tren en aquella región eran incidentes aislados. Sólo hay que echar un vistazo a los periódicos de las últimas semanas para llevarle la contraria. Aunque creo que, a estas alturas, ya no merece la pena. A mí me produce melancolía rebatir lo que está tan claro. Las evidencias no necesitan arquitectura.
Al final, como siempre, el cortoplacismo político se filtra a través de las grietas de nuestras ciudades. Serán los ciudadanos los que paguen la pereza institucional, la falta de diálogo, el traspaso descarado de las líneas rojas. Y será una más en un país que para mí empieza a ser indescifrable, en un Gobierno que habla en un idioma extraño, en una sociedad que amanece nublada, como esta mañana.