‘Crónicas Perplejas’: “La única conducción en la que me considero bueno es en los coches de choque"

Habla Antonio Agredano de las dificultades de sacarse el carnet de conducir y de lo que les cuesta, a algunos, conducir

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus ‘Crónicas Perplejas’.

A los dieciocho años estrellé el SEAT Málaga familiar en la ribera de Córdoba. Un equipo de Andalucía Directo pasaba por allí y sacaron algunas imágenes de la chatarra y de la gente que se apelotonaba a mi alrededor. Yo lloraba y el coche se desangraba de aceite, líquido de freno y gasolina. Eran las cuatro de la tarde. Iba camino de la facultad de Derecho. Mi torpeza al volante hizo el resto. No hubo heridos, pero aquel coche, con el que tantas veces habíamos ido a Benalmádena o Sevilla, con Roberto Carlos cantando Lady Laura en el musicasete, se convirtió en historia de mi familia. CO 8460 P era la matrícula.

Me pasa con esto de conducir lo que me sucede con el vino blanco: me gustaría que me gustara, pero no le pillo el punto. Si mi vida dependiera de aparcar un coche en línea, mañana habría que cubrir mi baja en COPE. La única conducción en la que me considero bueno es en los coches de choque, con Maluma sonando de fondo, hartito de pilicrim y con la camisa abierta hasta el esternón. Ahí lo doy todo. Ahí hasta apoyo el codo en un ladito. El resto, un engorro. Si no fuera por los taxis, tendría las piernas de Serena Williams. Antes me recorro la ciudad andando de punta a punta que tener que sacar el Dacia de mi esposa del garaje.

Yo soy de los que se agarran al asidero de la ventanilla en las curvas. De los que dice “cuidao, cuidao” cuando un coche se acerca a un cruce a medio kilómetro. De los que gritan “es que van como locos” cuando pasa una moto. Ese soy yo. Para compensar, pongo buena música en los viajes y no apoyo los pies en el salpicadero. Algo es algo.

Tengo en el carnet de conducir más puntos que Frankestein en la frente. Ahora me he comprado una Vespa de tercera mano para venir a la radio. Muy despacito. Cada vez que la arranco, me acuerdo de Paco, mi profesor de autoescuela, que milagrosamente me hizo aprobar el práctico a la cuarta. “Ya está aquí el Stevie Wonder”, me decía cuando me ponía al volante. Cuando me equivocaba, me gritaba: “Antoniooo, que tienes más peligro que una cucaracha en un tablao flamenco”. Así que precaución, amigo conductor, sobre todo si te cruzas conmigo en una carretera. Ya os lo aviso.

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