'Crónicas perplejas': "A la calle hay que salir a pecho descubierto; sin ataduras, sin hora de vuelta, sin mala sombra y sin urgencia"
Habla Antonio Agredano de las cosas importantes que debemos llevar o cargar en nuestro día a día
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.
Pobrecitos los caracoles, todo el día con la casa encima, con lo agradable que es salir con los bolsillos vacíos, sin nada de lo que preocuparse. Solo nuestros pies y nuestras ganas. Sin reloj, sin obligaciones, sin nubarrones en la cabeza.
Yo antes salía con una mochila llena de cosas. La tablet, un libro, pañuelos, toallitas, neceser, cargadores, auriculares, algo de abrigo, gafas de sol y, a veces, hasta una mudita limpia… todo me parecía importante. Pero estoy descubriendo ese hermoso mundo del caminar liviano, sin apenas equipaje.
Ya llevamos demasiadas cosas en la cabeza. Ya llevamos sobre la espalda ese peso invisible de los madrugones, de las prisas, de las tareas pendientes, de las llamadas que hay que devolver, de las tristezas inesperadas, de esos suaves enfados, y de los no tan suaves… así que, estoy cada vez más seguro, a la calle hay que salir a pecho descubierto. Sin ataduras. Sin hora de vuelta. Sin mala sombra. Sin urgencia.
Creo que madurar es ir quitándose de en medio lo accesorio. Creo que madurar es ir al hueso de las cosas. A su esencia. Las manos libres y el corazón abierto. Ligeros. Fugaces. Expectantes.
Me decía el otro día una amiga que jamás había visto un coche fúnebre con un camión de mudanzas detrás. Nada nos vamos a llevar al otro mundo. Me gustaría vivir el resto de mi vida con esa idea. Viviendo con lo puesto. Beberme un vino sin prisa, dar largos paseos, prestar atención a lo que me cuentan y sentir el sol en los párpados.
No hacen faltas mochilas para eso, ni bolsos llenos de trastos. Solo nuestra piel, nuestro oído, nuestro tacto y una mirada limpia sobre todas las cosas. Ese es mi propósito y mi camino