'Crónicas perplejas': "Debería haber un cubo donde tirar los propósitos que nos hacemos de año en año"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con su particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus ‘Crónicas Perplejas’:
"Debería haber en cada casa cuatro cubos para el reciclaje. Uno destinado a lo orgánico. Por ejemplo, las raspas del pescado o la piel de los plátanos. Otro para plásticos, el envase de las pechugas de pollo o los botes de los zumos; otro para vidrio, la botella de vino vacías, los tarros de acelgas. Y un último cubo donde podemos tirar todos los propósitos que nos hacemos de año en año. Ir al gimnasio a diario, no perder los estribos al volante, hacer una seria limpieza en los armarios, gruñir menos, viajar más. Todo eso, a la basura, porque si algo he aprendido ya a mi edad es que el ser humano es voluble, inconstante y tiernamente impredecible.
No pasa nada. No hay que llevar esto con culpa. Es más bonito desear que cumplir con lo deseado. La vida es una aspiración. La realidad es lo de menos. Entre una copa de vino y confidencias con una vieja amiga o media hora de elíptica en un gimnasio poblado de dobles de acción de Don Limpio y señoras oompa loompas disfrazadas de Kalenji, pues gana el vino. Entre una tarde tumbado en el sofá viendo series de La Guerra de las Galaxias, que ya no saben qué inventar, que le van a hacer una serie ya a R2D2, o ponerte a bajar cajas de plástico de los altillos para tirar cazadoras que llevan diez años ahí engurruñidas, camisetas de Fido Dido de cuando fuiste a Mallorca estando en COU y jerséis de punto que te hizo tu abuela cuando empezaste la carrera en Granada, pues mira, ganan los robots.
Pero cada año picamos con esto de los propósitos. Con el entusiasmo de los comienzos. Llevados por la pesadez de las comilonas, por la inconsciencia del champán, pues nos decimos a nosotros mismos: Vamos ahí con la lechuga, vamos ahí con las carreritas matutinas, vamos ahí con una nueva vida. Así que a este 2023 le pido algunas complejidades y una cosita sencilla. Lo difícil: bajar una talla, no ir corriendo a todas partes y tomarme el Pilates en serio. Eso lo difícil. Lo fácil: ser feliz. Así, en su llana esencia. Ser feliz… que es una cosa que está ahí, al alcance de la mano, tan cerca que a veces ni la vemos. Qué manía con meternos en laberintos, con hacerlo todo complicado, cuando la alegría revolotea luminosa y frágil a nuestro alrededor. Ese será, y no otro, mi pequeño gran propósito".