'Crónicas perplejas': "'Todo lo malo se pega' es muy frase de madre. Ahora se lo digo yo a mis hijos"

Habla Antonio Agredano de aquellas cosas que se nos pegan

Antonio Agredano

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En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.

“Todo lo malo se pega” es muy frase de madre. Ahora se lo digo yo a mis hijos, que vienen repitiendo las barbaridades que escuchan en el colegio. Como yo hacía a su edad, por cierto. 

A veces, y ya tengo una edad considerable, me sorprendo a mí mismo repitiendo frases, bromas o expresiones que decíamos en la pandilla con 16 años. Cosas muy tontas. Muy adolescentes. Muy de esa risa escandalosa, de mostachito y voz cambiante, de sudadera gris con capucha y vaqueros anchos y caídos.

Por ejemplo: Llamábamos "yespraimos" a las chucherías, vete tú a saber por qué. Y la otra tarde le dije a mis hijos: “Coged yespraimos de estos si queréis”, acercándoles una bolsa de gominolas.

Del “Hasta luego, Lucas” al “Hola, soy Edu”. Del “Dónde vas, Bitter KAS” al “Digamelón” al coger el teléfono. Y todos los niños diciendo lo mismo en el colegio. Igual que el “en plan” o el “soy yo, literal” o lo que sea que digan ahora.

Nos creemos únicos, pero funcionábamos bien en pandilla. Echo de menos aquellas tardes en el banco, comiendo pipas, y hablando de la vida como si supiéramos de ella. Con esa gravedad que da la juventud. Con ese impostado venir de vuelta de todo aunque fuéramos prácticamente niños.

      
             
      

A los besos les llamábamos muerdos. A la gasolina de las piaggio la llamábamos sopa. Y bajábamos la guitarra y tocábamos, como podíamos, nuestras canciones favoritas. “Todo lo malo se pega”, decía mi madre. Y no sabe cómo extraño que se me pegara la inocencia, la felicidad y la tontería de aquellos amigos en aquellos años… años tan lejanos que a veces tengo la sensación de inventarlos y no de haberlos realmente vivido.

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