‘Crónicas perplejas’: “Desconfíe de bellezas desconocidas, de millonarios generosos y de paquetes extraviados”
Habla Antonio Agredano de hackeos, de hackers y estafas
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus ‘Crónicas Perplejas’.
Caballero: si le llega un correo electrónico firmado por una joven y atractiva rusa, llamada, no sé, Olga Ivanova; y le adjunta una foto suya -su belleza, ya digo, es incuestionable-, y le dice que mirando por ahí ha visto que usted parece un hombre bien parecido y simpático. Y le pide algo de cariño con la promesa de mandarle más fotos… A ver, caballero… cómo se lo digo. Quizá estén intentando estafarle. No digo que usted no sea un hombre bien parecido y simpático, ni mucho menos, pero la posibilidad de que una joven rusa quiera ligar con usted, así de repente, son escasas. Pues por cosas así, uno pierde su correo, sus tarjetas y hasta su dignidad.
Señora: no se ría. Porque lo del banco nigeriano que quería ingresarle una herencia millonaria tampoco iba en serio. Ni el correo electrónico de mensajería que decía que tenía un paquete esperándole en la oficina, aunque usted no hubiera comprado nada. Ni su oficina bancaria quiere actualizar sus datos. Ni nada de nada. Los hackers son un incordio, pero no hay mayor peligro para su ordenador que su propia candidez y su credulidad. Desconfíe de bellezas desconocidas, de millonarios generosos y de paquetes extraviados. Que ya tenemos una edad.
De aquellos juegos de mi Amstrad con la pantalla verde a la Play 5 apenas han pasado treinta años. De aquellos ratones con la bolita dentro a las tablets, algo menos. La tecnología va muy rápido, pero la torpeza se mantiene inalterable en el tiempo. Cuántos documentos borré por error, cuántas fotos perdí por el camino, cuántos correos mandados a otra por persona por equivocación. Cuantas veces he terminado mis e-mails con un “Antonio Agredano, un salido” en lugar de “un saludo”, por culpa del corrector.
La tecnología, como el vino blanco, está cargada por el diablo. Uno sabe cómo empieza, pero no como va a acabar. Yo quise bajarme de una web una receta de cuscús y terminé suscrito a un curso para aprender a hacer pan en un taller en Burgos. Cuidado con darle aceptar a todo, que las cosas tienden a complicarse. Me arrepiento de no haber ido al taller en Burgos, quizá hubiera conocido a una joven rusa. Al fin y al cabo, soy un hombre simpático y muy bien parecido.
Las ‘Crónicas perplejas’ de la semana
‘Crónicas Perplejas’: “Los que no piden postre y se comen el tuyo merecen, directamente, cárcel”