'Crónicas perplejas': “En un discurso tiene que haber verdad y honradez”

Habla Antonio Agredano de los discursos, centrándose especialmente en los discursos de los políticos

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Las claves para hacer un buen discurso, según Antonio Agredano en sus 'Crónicas perplejas'

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Cuando alguien tiene que hablar en público siempre le aconsejan: “Imagínate a todo el mundo desnudo”. Siempre he pensado que eso es lo que me falta a mí. Además de los nervios al subirme al escenario, encima tener que imaginarme las carnes de los demás.

En un discurso tiene que haber verdad y honradez

Como buen niño repipi que fui, a mí me gustaba salir a la pizarra y cuando el profesor pedía algún voluntario para leer en voz alta, siempre me ofrecía. Era parecido a estar en el Congreso. Yo me lo tomaba muy en serio, pero tenía la sensación de que nadie me escuchaba.

Tengo la suerte de haber trabajado escribiendo discursos. He aprendido algunas cosas en este tiempo. Por ejemplo, que no siempre hay que hablar llano. La gente se aburre también de la sencillez. Creo que hay que aspirar a algo elevado. A algo solemne. A algo emotivo, sin caer en lo cursi.

También me molestan esos políticos que para hablarle al pueblo imitan el acento del pueblo. Y creen que la cercanía se consigue dirigiéndose a la gente con cierta ordinariez. Creo que es subestimarlos. Las personas pueden o no ser cultas o leídas, pero siempre tienen buen gusto, saben escuchar, y detectan como nadie la falta de honestidad.

Escribir un discurso político tiene algo de funambulismo. Un equilibrio entre información y sentimiento. Entre corazón y cabeza. Pero, sobre todo, en un discurso tiene que haber verdad y honradez. Cuando los discursos se utilizan para desviar la atención o para ocultar lo que realmente uno piensa, las palabras se convierten en chatarra.

La política también se hace con las palabras. Pero las palabras siempre deben estar al servicio de la sinceridad. Sin integridad y sin rectitud, yo no lo llamaría discurso. Nuestro diccionario tiene una palabra para eso. Cháchara. Sin ética, todo se queda en pura y burda cháchara.

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