‘Crónicas perplejas’: "Los festivales de música se han convertido en verbenas y marcos de Instagram"

A Antonio Agredano le gustan los festivales, pero también los antros de siempre de nuestras ciudades

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‘Crónicas perplejas’: "Los festivales de música se han convertido en verbenas y marcos de Instagram"

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Los veranos están llenos de festivales de música. Festivales en los que la música te llega a correr por las venas, y el baile y -ahora con tanto postureo y redes sociales-, por tus fotos.

Pero como para todo en esta vida hay una edad. ¿Son los festivales de verano para los jóvenes? Vamos escuchar y leer la columna de Antonio Agredano:

"No conozco a nadie que vaya al cine sin saber qué película va a encontrarse proyectada en la pantalla, pero sí que he conocido a personas que van a festivales de música sin tener ni idea de qué grupos tocarán sobre sus escenarios. Los hay que se dan un atracón en Spotify unos días antes de los conciertos. Los más profesionales, incluso, logran aprenderse cuatro o cinco canciones para luego gritarlas como si la vida les fuera en ello. Los festivales de música se han convertido en verbenas, ligódromos y pasarelas. Marcos de Instagram. Botellones interminables. Disfraces livianos. Campings incómodos y duchas rotas. La música es apenas una excusa. No quiero parecer severo. Yo les entiendo. Yo también fui joven. Pero sí hay algo que me inquieta. Si todo es fiesta, nada es fiesta. Si las canciones son lo de menos, nuestro corazón está desaprovechado.

Mientras que, sobre el escenario principal de cualquier festival de verano, el grupo inglés de moda acaba su concierto de cuarenta y cinco minutos exactos con su único hit conocido… los dueños de las salas de conciertos de tu ciudad hacen cuentas y piensan, como cada mes, en si programar música en directo sigue siendo rentable. Tras la pandemia cerraron decenas de salas en España, que fueron abandonadas a su suerte. Mientras los organismos públicos se vuelcan en el macrofestival de turno, porque cada alcalde quiere tener el suyo, los garitos se desangran. Esto no va de música, sino de modelos culturales, de formas de sentir, de formas de vivir el arte de las siete notas.

No dejéis de ir a los festivales. Disfrutad. Tomad ibuprofeno al día siguiente. Entregaos al amor. Pero… quien no lo haya hecho nunca… que pruebe a ir a los antros de siempre. Están en tu ciudad. En alguna calle poco transitada. Esos oscuros refugios. Donde suenan acordes al borde de la madrugada. Grupos pequeños que algún día serán grandes. Apurar la cerveza acodados en la barra. Sintiendo las canciones, mirando las luces rojas de los pedales, escuchando el crujido de los amplificadores, el bombo golpeándonos el pecho. Los festivales son divertidos, no lo dudo, pero los garitos son asilos de almas, tatuajes de la memoria. Seré un romántico, pero por pedir, que no quede: Más entradas de papel arrugadas en el bolsillo y menos pulseritas de colores".

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