El día en el que un artista puso "30 gramos de excremento humano" en una lata y ahora vale 275.000 euros

La pieza consiste en 90 latas de metal, cada una etiquetada con la inscripción "Mierda de artista", firmada y numerada por Manzoni

José Manuel Nieto

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En el vertiginoso y a menudo surrealista mundo del arte contemporáneo, las obras provocadoras y transgresoras siempre encuentran su espacio. Sin embargo, hay piezas que superan todos los límites de la provocación. Un claro ejemplo es "Mierda de artista", la famosa y polémica creación del artista conceptual italiano Piero Manzoni.

En 1961, Manzoni desafió las convenciones del arte al presentar una obra que dejaba a todos boquiabiertos y que, más de seis décadas después, sigue siendo uno de los exponentes más insólitos de la crítica al mercado del arte: una lata de metal que contenía, supuestamente, 30 gramos de excremento humano, acompañada de la inscripción "Mierda de artista".

Manzoni, reconocido por su enfoque provocador, presentó "Mierda de artista" como una crítica mordaz al sistema que transforma el arte en mercancía y a la idolatría de los artistas. La pieza estaba compuesta por 90 latas numeradas y firmadas, con una cera roja que sellaba cada lata, asegurando su autenticidad y supuesta valía. En su momento, el precio de la lata se fijó de manera provocadora a la misma cotización del oro. Hoy, algunas de estas latas alcanzan en subastas cifras astronómicas, llegando hasta los 275.000 euros, un valor que sigue sorprendiendo a muchos, pero que no deja de ser un reflejo del absurdo mercado del arte.

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Mierda de artista es una obra de arte de 1961 del artista italiano Piero Manzoni

La obra no solo se centraba en la "mierda" como material, sino que buscaba reconfigurar la noción de valor en el arte. ¿Qué determina el precio de una obra? ¿Es el objeto en sí, su contexto o el artista que lo firma? Manzoni, con su irreverente creación, proponía una reflexión profunda sobre estas preguntas y dejaba claro que, en el mercado del arte, la firma y el nombre del artista son tan importantes como el objeto mismo.

El arte como mercancía

Este tipo de piezas, como la "Mierda de artista", no son solo una crítica al consumo artístico, sino también una sátira de la sociedad contemporánea. En un mundo en el que los objetos de lujo y las experiencias se venden al mejor postor, Manzoni nos invita a reflexionar sobre el valor que asignamos a todo lo que nos rodea, incluso a lo que consideramos lo más repulsivo. El artista no solo presentaba una lata sellada, sino que ofrecía una reflexión incómoda sobre la sobrevaloración, el consumo y las ideas preconcebidas que tenemos sobre el arte.

En este contexto, resulta interesante pensar en cómo artistas como Manzoni anticiparon tendencias que todavía resuenan hoy en día. Alberto Herrera, durante su conversación con la historiadora Ana Velasco, reflexionó sobre el impacto del brutalismo en la arquitectura y cómo las nuevas políticas impulsadas por la administración de Trump intentan evitar lo que consideran edificaciones "feas" o modernas.

"Pon un ejemplo de arte que sea feo o que no sea bonito… y que sea para reflexionar o ir más allá", le preguntó Herrera a Velasco. La historiadora, sin pensarlo demasiado, respondió: "La Mierda de artista". Su comentario subrayó el carácter disruptivo de la obra de Manzoni, al igual que el rechazo a lo convencional que se refleja tanto en el brutalismo como en otras formas de arte.

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Un mural del artista callejero Pino Volpino, que hace referencia a la obra de arte del italiano Piero Manzoni "Mierda de artista", se ve en una pared en Roma.

Es fascinante cómo la "Mierda de artista" no solo se mantiene vigente, sino que ha crecido en valor con el paso del tiempo. En un mundo que prioriza lo material y lo económico, ¿es posible que este tipo de obras realmente sigan demostrando el vacío detrás del consumo? ¿Estamos, como sociedad, dispuestos a seguir comprando "mierda" de cualquier tipo solo porque proviene de una firma reconocida? La ironía es profunda y el arte se convierte, en manos de Manzoni, en una herramienta para cuestionar nuestras propias prioridades y valores.

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