El divorcio de Julio César que llegó después de una fiesta solo para mujeres y una supuesta infidelidad

Seguro que has oído alguna vez esa frase de "la mujer del César, además de ser honesta, tiene que parecerlo" y llegó tras este episodio para la historia

José Manuel Nieto

Publicado el

4 min lectura

      
      
             
      

Seguro que has oído alguna vez esa famosa frase que dice: "La mujer del César, además de ser honesta, tiene que parecerlo". Una cita que, aunque parece sacada de un manual moderno sobre relaciones públicas y política, tiene su origen en una historia de la Antigua Roma que involucra a Julio César, su segunda esposa Pompeya y un escándalo que marcó la historia. Este episodio, contado por la historiadora Ana Velasco en el programa Herrera en COPE, revela cómo el poder y la imagen pública se entrelazaban de manera decisiva en Roma, tanto como en la actualidad en las revistas de corazón.

César se casó con Pompeya en el 68 a.C., tras la muerte de su primera esposa, Cornelia. Su matrimonio con Pompeya no fue por amor, sino por cuestiones políticas, en un momento crucial de su carrera. Pompeya era hija de un antiguo cónsul romano, Quinto Pompeyo Rufo, y pertenecía a una familia poderosa, lo que la convertía en una pieza clave en los movimientos políticos de César, que veía en ella una aliada para cimentar su poder en Roma. Sin embargo, la relación nunca fue un romance, sino más bien una estrategia que, con el paso de los años, se iría desgastando.

El episodio que llevó a la célebre frase sobre la "honestidad aparente" se produjo en el 63 a.C., cuando Pompeya, como esposa del pontífice máximo, César, organizó una fiesta en su casa dedicada a la Bona Dea, la diosa romana de la fertilidad. Esta fiesta era un evento exclusivo para mujeres; los hombres estaban absolutamente prohibidos, un detalle importante en el desarrollo de la historia.

Sin embargo, en esa ocasión, un joven patricio llamado Publio Clodio Pulcro decidió colarse en la fiesta, disfrazado de mujer, con el supuesto objetivo de seducir a Pompeya. Aunque no existen pruebas concluyentes de que se tratase de un intento de infidelidad por parte de Pompeya, el simple hecho de que un hombre hubiera logrado infiltrarse en un evento tan privado de mujeres fue suficiente para desatar el escándalo. Clodio fue desenmascarado y, aunque César no presentó pruebas en su contra durante el juicio, lo que provocó que Clodio fuera absuelto, la situación se volvió insostenible para César desde el punto de vista de la imagen pública.

El divorcio y la famosa cita de César

César, que en ese momento ya estaba en plena ascensión política, no pudo permitir que se mantuviera la duda sobre la honra de su esposa, aunque esta no estuviera directamente involucrada en el escarceo. Su decisión fue tajante: se divorció de Pompeya, argumentando que "su esposa debía estar por encima de toda sospecha". Esta frase, que siglos después ha llegado a ser un símbolo de la política de imagen, no solo refleja la importancia de la percepción pública, sino también cómo el liderazgo en la Roma antigua estaba intrínsecamente ligado a la moralidad personal y familiar. Desde entonces, la expresión "La mujer del César, además de ser honesta, tiene que parecerlo" ha quedado grabada en la memoria colectiva, como un principio básico de la política.

Este acto de César, más que una simple cuestión personal, marcó el inicio de una nueva era en la que la vida privada de los líderes se entrelazaba con su imagen pública. En un mundo donde la política era una cuestión de vida o muerte, el menor desliz podía resultar en un gran daño a la carrera de alguien. El episodio con Pompeya no solo reveló las exigencias de la moral romana, sino también cómo el poder debía mantenerse impecable ante los ojos del pueblo.

      
             
      

El divorcio de César, lejos de ser un mero episodio romántico, abrió un debate sobre el concepto de ejemplaridad pública que, hasta hoy, sigue siendo relevante en el mundo político y mediático. Si bien Julio César no fue ajeno a los escarceos amorosos durante su vida, su comportamiento en cuanto a la esposa que debía representar su imagen pública fue implacable. A lo largo de su vida, las políticas matrimoniales y las alianzas políticas jugaron un papel crucial en su ascenso, y a pesar de sus amores extramatrimoniales, nunca permitió que la moralidad de su esposa se pusiera en duda.

Tras el divorcio, César se casó con Calpurnia, una unión que, como la anterior, respondía a intereses políticos, concretamente los de fortalecer el triunvirato con Pompeyo y Craso. Sin embargo, la historia de Pompeya y su fiesta, aunque breve, se quedó grabada en la historia como un ejemplo de cómo las exigencias de la moral pública fueron clave para el poder en Roma, y cómo esa percepción sigue influyendo en la política de nuestros días.