Santi González: ¿Quién no recuerda el empeño con el que Rivera negaba toda posibilidad de pactar con Sánchez?

 O sea, que todo lo que veníamos hablando no vale. Las elecciones del 26-M  es un reinicio de partida

Santiago González

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El análisis de la actualidad de Santi González en 'Hererra en COPE'.

El genio alternativo de José Luis Ábalos ha levantado el concepto político que demandaba a gritos este tiempo. Es resetear, palabro que nuestra vicepresidenta del Gobierno calificaría de ‘anglicanismo’, por ser una importación del verbo ‘reset’. En rigor no hacía falta. La RAE tiene registrado ‘reiniciar’ para casos como el que nos ocupa: volver a arrancar el sistema operativo.

 O sea, que todo lo que veníamos hablando no vale. Las elecciones del 26-M  es un reinicio de partida. Poco importa que la ministra portavoz se hubiera cuidado bastante de no contradecir a Pablo Iglesias en su postularse para ministro de Sánchez. Con los resultados del domingo, Pablo no está para imponer nada y Pedro tiene más fácil lo que le sale de su buen natural: gobernar en solitario con 123 escaños. Al fin y al cabo lo había hecho con 84.

 Es una lástima. El presidente en funciones daría la medida de su genio si ofreciera dos ministerios a Podemos: uno para Pablo y otro para Irene. Pero sus esfuerzos van a ir encaminados a sustituir a Podemos como socio principal por Ciudadanos como eventual socio de rotos y descosidos. ¿Quién no recuerda el empeño con el que Rivera negaba toda posibilidad de pactar con el sanchismo? Eso era de la partida anterior. Reseteo. Por lo demás, siguen los problemas del partido naranja con los números ordinales. Proclamaban su liderazgo de la oposición desde la tercera plaza. El tres parece ser un número cabalístico para ellos. Desde el tercer puesto se postulaba Juan Marín para presidente de la Junta de Andalucía el 2 de diciembre pasado. Y Begoña Villacís, la tercera candidata en votos y concejales se ve como alcaldesa de Madrid. La contrapartida sería apoyar a Gabilondo a la presidencia de la Comunidad.

 Mientras, Pablo Iglesias, hizo lo que él entiende por autocrítica: diez minutos de comparecencia ante la prensa, solo cinco preguntas, para seguir con casi tres cuartos de hora de amigable chafardeo con Ferreras, donde explicó que a la izquierda le ha perjudicado la división. Por eso han perdido Madrid frente a una derecha unida como una piña.