Luis del Val: "Estamos viviendo la Semana Santa más larga de nuestras vidas, desde marzo del año pasado"

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Ayer, me llegó la ráfaga de una marcha procesional, procedente de la radio de un coche que estaba aparcado, con la ventanilla abierta, y fue como cuando te tropiezas con una vieja fotografía metida en un archivo, la intentas extraer, y te caen encima, desparramadas y desordenadas, todas las imágenes almacenadas, como una catarata de recuerdos.

Y me contemplé de niño, tomando sitio en la acera de la calle de San Vicente de Paúl, de Zaragoza, poco después de comer, para contemplar desde primera fila la procesión que desfilaría cuatro horas más tarde. O en Ateca, el pueblo de mi madre, que considero mío, el asombro que me produjo la liturgia del Santo Entierro, cuando los soldados romanos que velan el ataúd situado en un templete de madera en medio de la plaza, se aseguran de que los clavos queden bien hondos, y el sonido de las picas golpeando los tablones sobrecoge el ánimo.