Del Val: “Me insta a un vómito del alma quienes negocian y trapichean con el dolor y el luto de huérfanos"

Habla el profesor de la nueva acción del Gobierno al volver a acercar a presos de ETA a las cárceles del País Vasco

Luis del Val

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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en el nuevo acercamiento de presos de ETA, que el Gobierno ha llevado a cabo, a las cárceles del País Vasco:

Faltaban dos semanas para la Navidad. Y nunca me olvidaré de ese día. Desde Radio Zaragoza, una voz femenina, nerviosa, contaba que entre los escombros de la explosión se mezclaban trozos de cuna, cuerpos de niños, y retazos de muñecas. Iñaki Gabilondo me miró, y salí rápidamente del estudio para teclear con rabia en la máquina de escribir, con los ojos húmedos y el corazón encogido. No sé lo que escribí. Sí que, en el párrafo final decía que era el Christmas de Navidad, el christmas de sangre y luto que enviaba ETA, y que estuve a punto de echarme a llorar.

Hoy veo a uno de los autores de aquella carnicería, en la portada de ABC, y ya no siento rabia, simplemente una sensación de asco, de aversión, pero no a ese asesino que ponía bombas para destrozar niños que habían cometido el terrible crimen de ser hijos de guardias civiles, sino repugnancia a los asquerosos intereses políticos, al nauseabundo trato entre el PNV y el presidente del Gobierno, a quienes les da igual lo que hicieran los asesinos de ETA, porque el PNV quiere arañarle votos a los cómplices de Bildu, y el presidente cometerá cualquier bajeza con tal de reforzar la mayoría que lo mantiene en el sillón.

El asesino no me produce ya ningún tipo de emoción, ni lástima, ni piedad, ni indignación por su falta de arrepentimiento, pero lo que me insta a un vómito del alma, es este mercadeo, este negocio sin compasión, esta falsedad de quienes parecen conmovidos por los crímenes de hace más de ochenta años, y negocian y trapichean con el dolor y el luto de huérfanos y viudas, que están vivos, dolidos por un desprecio más de este camabalache, de este trato, pringoso sí, pero nada oscuro, porque está a la vista de todos. Y me produce repulsión esa renuncia de un juez que fue bravo, y el plato de lentejas de un ministerio le ha vuelto uno más de la banda de los insensibles, de los egoístas, de esos arribistas ambiciosos, que saltan por encima de cualquier ápice de honestidad. Que los asesinos, dentro de nada, salgan a la calle, y reciban homenajes que escarnian a quienes siempre guardarán luto es asqueroso y repugna. Pero repugna mucho más esta exhibición tan poco honorable de quienes sospechamos que por lograr sus propósitos serían capaces de vender a su padre. Y eso no se borra ni en mil ruedas de prensa.

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