Luis del Val: “Cuando a un presidente de izquierdas le abuchean, siempre es algo espontáneo y sin organizar"

Habla el profesor de los gritos y abucheos que recibió Pedro Sánchez en su visita a Ciudad Real

Luis del Val

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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en la visita de Pedro Sánchez a Ciudad Real para la Feria del Vino y el recibimiento que tuvo, gritos y abucheos:

En los años noventa, cuando los españoles sufrimos la tontería contemporánea de creer que éramos ricos, se construyó el aeropuerto de Ciudad Real. Llegó a albergar dos vuelos diarios con diez pasajeros cada uno, y eso, sin exagerar. Algunos dicen que se tarda más en recorrer, en coche, el trayecto desde el aeropuerto a Ciudad Real, que lo que tarda el Ave desde Madrid, pero seguro que es una maliciosa exageración. Hablo de esto, porque Pedro I, El Mentiroso, después de haber dado una lección de parlamentarismo tabernario en el Congreso, se podría haber evitado el abucheo de Ciudad Real, viajando en el Falcon, y recibiendo allí, a bordo, a los organizadores de la prestigiosa Feria del Vino.

Puede que les parezca un detalle sin importancia el abucheo a un presidente del Gobierno, y en España no tiene ninguna importancia si el presidente es conservador o de derechas. ¿Por qué? Pues porque la izquierda está presente en el tejido social, desde los sindicatos a las organizaciones cívicas, y, ante cualquier problema, siempre moviliza a un montón de ciudadanos dispuestos a abuchear un rato. El votante de derechas, en cambio, es más apático, a veces ni siquiera acude a votar, y, por eso, cuando a un presidente de izquierdas le abuchean siempre es algo espontáneo y sin organizar, y un síntoma preocupante. A algunos diputados socialistas del Congreso se les nota, en su entusiasmo por aplaudir, esa preocupación de que nada es eterno, esa mirada que se pone cuando pasas por delante de una oficina de empleo y notas el latigazo de cuándo te tocará pasar por allí. Por cierto, y abucheos aparte, Castilla La Mancha ha dado un paso de gigante en producir excelente vino de calidad y a precios competitivos. En los años setenta, el vino de La Mancha se cargaba en barcos cisterna con destino a Rusia para aprovechar únicamente el alcohol y fabricar vodka. Ahora, los sirah, los merlot y demás familias, pueden competir con cualquier vino de España. Y eso tiene pioneros en aquellas cooperativas luchadoras, y en iniciativas privadas dignas de aplauso. Y eso sí que es mucho más importante que el abucheo a un mentiroso, porque demuestra que, cuando a los españoles se les deja trabajar, y los políticos no les perturban, se llegan a hacer cosas que parecían imposibles.

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