Luis del Val despide 2020 recordando la abnegada labor de sanitarios, docentes, cajeras y los que han muerto

Y se acuerda especialmente de un taxista que le confesaba hace unos días la impotencia que siente por no poder mantener a su familia

Luis del Val

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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en los que han dado la vida por los demás este 2020:

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"Los partidos políticos parecen tan agitados como los clubes, cuando está a punto de terminarse el plazo de los fichajes de invierno, y hay jugadores que se cambian de camiseta, y, otros, como Salvador Illa, el que nos dijo que lo importante era luchar contra la pandemia, que abandona el puesto de jefe de Sanidad y se marcha a hacer carrera a Cataluña, que es como si el jefe de bomberos, en el momento en que se recrudece el incendio, se marchara a otra ciudad a preparar oposiciones para alcalde.

El sector político sigue mostrando el mismo egoísmo y preocupación por sus carreras que antes. El gran Iceta, que ya rechazó que lo promovieran a presidente del Senado, ahora recula a cambio de un asiento en el consejo de ministros o en la conseja de ministras. Por ahí todo sigue igual, incluso peor, pero tampoco nos libramos la ciudadanía, que hemos dado muestras de irrresponsabilidad e imprudencia, o de una miseria moral insultante, como la de los vecinos que le pusieron un cartelito a la enfermera que se jugaba la vida cuidando de la salud ajena, diciendo que no les gustaba como vecina, no fuera a contagiarles, todo un símbolo del egoísmo más atroz.

Y, claro, también me quedo con los deslumbrantes aspectos positivos: con el espontáneo aplauso al personal sanitario, a las ocho de la tarde, cuando había luz en el cielo, y teníamos esperanzas; la abnegada labor de todos ellos, sin medios, como soldados en trincheras embarradas, y de los que murieron casi un centenar, no en acto de servicio, sino como consecuencia de la irresponsabilidad de quienes no hicieron caso a las advertencias que sabían desde enero, y que deben tener una conciencia impermeable a la compasión; de la callada labor de docentes, cajeras, conductores, todos los que se exponían, cada día al contagio, porque su trabajo se lo exigía. Y quiero dedicar un recuerdo a un taxista. Me comentó que del taxi vivían su hijo y él, pero su hijo se había ido a buscar otro trabajo. No daba para dos familias. Y al cabo de un silencio me dijo: “A mis años he tenido que pedir dinero a la familia”. No me lo contaba a mí, se lo estaba contando a él, se estaba contando la frustración, la impotencia, el fracaso, la falta de libertad que supone no poder valerse de su propio trabajo. A él, y a tantos miles como él, y a todos, feliz año nuevo".

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