Luis del Val: "Tengo decidido que voy a seguir con mi Huawei, aunque me espíen los chinos"

Luis del Val

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Debo confesar mi escaso patriotismo, porque lo  que hagan y digan los presos sin pase de pernocta en el Congreso, me es bastante indiferente y, en cambio, con un egoísmo que casi me asusta, yo por lo que estoy preocupado es por lo que va a pasar con mi Huawei, que me regaló mi hijo, me ha cumplido ya los dos añitos, y funciona estupendamente.

Además, lleva una enana dentro que me va diciendo por qué calle tengo que ir, cuando conduzco, soy muy despistado, y una calculadora que me ayuda a conocer el porcentaje de tontos contemporáneos por kilómetro cuadrado, según densidad de población. Vamos, que estoy muy contento  con mi  Huawey, y cuando  me enteré que lo de Google contra Huawey es por el espionaje, me quedé estupefacto, porque Google trafica con mi información o lo permite, desde hace muchos años.

Entro en Google para saber cuántos artículos tengo que escribir para hacer una escapada a Nueva York con mi mujer, y, al cabo de 24 horas, en mi correo electrónico, casualmente adscrito a Google, me vienen ofertas de vuelo, precios de hoteles en Nueva York, y hasta seductores restaurantes. ¿Quién les ha informado a estos remitentes de mis posibles intenciones? Una de dos: o son los de Google, con el consentimiento de sus directivos, o son los de Google,  sin el consentimiento de sus directivos, lo que me llevaría a concluir, entonces, que los directivos de Google son tontos contemporáneos, que no controlan lo que hacen los empleados.

Y no es sólo Google: esa llamada telefónica con ofertas comerciales se ha producido porque un banco, una compañía de seguros, una empresa con  la que ha contratado usted un servicio, está traficando con sus datos.  No es sólo Google, y el que esté libre de usar datos, que se suponen privados,  que tire la primera piedra. Pero lo que más me ha molestado ha sido esa exhibición de virtud, ese presumir de pureza en un explotador de Internet que no puede o no quiere evitar el acoso sexual a los niños.

Me recuerda a un vecino de mi tía Pascualina, al que llamaban el Miura, porque su señora practicaba el adulterio con notoria persistencia. Un día, en la boda de un familiar, la adúltera le echó una tremenda bronca al esposo, llena de celos, porque el  miura miraba con insistencia a una amiga de la novia.  Así que he llegado a una conclusión: entre que me espíe Donad Trump, este John Wayne de pacotilla en versión pijo, rico por casa,  con sus fanfarronadas, sus groserías y su prepotencia, o que me espíen los chinos, que parecen mucho más finos, prefiero a los chinos. Tengo decidido que voy a seguir con mi Huawei, aunque me espíen los chinos, porque me parecen mucho más profesionales que este Donald Trump  jactancioso que sólo acierta cuando rectifica. Si me van a espiar, que los hagan unos profesionales.

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