Luis del Val: “Erdogan se ha dado cuenta que es mejor estar con OTAN que ser vecino del tirano ruso”
Habla el profesor de la adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN tras el beneplácito de Turquía
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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en el hito histórico que se ha logrado en la Cumbre de la OTAN con la adhesión de Finlandia y Suecia:
Hace menos de medio año, la Cumbre de la OTAN en Madrid se contemplaba como uno de esos actos litúrgicos que se celebran, sin grandes novedades y más cerca de la monotonía que de la sorpresa. Sin embargo, la grosera y cruel invasión ordenada por Putin ha cambiado por completo el panorama, porque de la misma manera que la lluvia promueve la demanda de paraguas y su valor, las guerras incitan a volver la mirada hacia esas instituciones calladas, casi siempre en segundo plano, que son los ejércitos.
Puede que me equivoque, pero creo que la noticia de esta cumbre se produjo ayer, cuando Turquía retiró su veto para que Suecia y Finlandia formen parte de la OTAN. Ignoro si Erdogan es inteligente, pero da muestras de listeza, porque a pesar de que Turquía pertenece a la OTAN -y eso le daba derecho a veto- sus relaciones con Estados Unidos no pasan por su mejor momento a raíz de guerra de Irak, los kurdos, y todo ese lío.
Y Erdogan, que ha mantenido con Rusia una posición ambigua para sus intereses, se ha debido dar cuenta que mejor estar con una OTAN, ampliada en frentes por toda Europa, que ser vecino del tirano ruso, capaz de transformar un ejército regular en una organización terrorista.
Ordenado el Atlántico, falta el Pacífico, porque China ya no es sólo el país de origen de la tienda del chino, o el plagiador de productos a precios mucho más baratos, sino una potencia nuclear, que observa con cínica complacencia la invasión rusa, y sabe que esa guerra desgasta a Occidente, y convierte a su socio ruso en un socio también desgastado.
A lo largo del programa os he escuchado las dudas de si es o no una cumbre histórica, y creo que lo es, porque se inaugura una nueva guerra fría entre Oriente y Occidente -caliente y sangrienta en Ucrania- y con la complejidad del comercio y la economía, y sus consecuencias, y habrá que poner dinero. La paz cuesta dinero. La libertad no la regalan. Y esos lilas que salen a la calle para decir que pare la guerra, asombran no por su inopia, sino porque les miras a la cara y resulta que hace tiempo que cumplieron los catorce años.