Luis del Val: "Mientras tú y yo nos cojamos del brazo y no alberguemos dudas, estamos enamorados"
El profesor escribe al amor este 14 de febrero, "más allá del compromiso de las fechas"
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Mientras escuche el ronroneo del llavín, al hurgar en la cerradura, y sepa que mi soledad acaba con tu compañía, y los pájaros que están allá dentro, en el adormecido sótano de los acontecimientos, muevan sus alas y me produzcan cosquillas, y dude si acudir al vestíbulo o quedarme, con la misma vacilación de aquellos primeros y lejanos encuentros, será que estoy enamorado.
Mientras, de visita en una ciudad, a la que ya fuimos, nos perdamos por una calle cualquiera, y sea inútil llamar a tu teléfono, porque te lo habrás dejado en la habitación del hotel, como casi siempre, y el intento de encontrarte en el gentío aumente mi angustia, y las posibilidades pesimistas me muerdan con insistencia, y me roan la confianza y me arrebaten la última pizca de sosiego, será porque estoy enamorado.
Mientras viendo un espectáculo, suene una canción que está asociada a un pasaje de nuestro pasado, porque fue decorado musical de otros encuentros, y tu mano busque mi mano, para certificar que aquello fue tan cierto como esto, y me aprietes los dedos como un latido de los tuyos, y yo te mire y sigas de perfil, como si nada hubiera pasado, será porque estás enamorada.
Mientras me censures, y enumeres los factores que habrían intervenido para hacerlo mejor, y tu seas la seño y yo el párvulo, ya he aprendido que me querrías perfecto, no por ti, sino por mí, y que no tiras la toalla puesto que el combate es largo, y que eso que parece censura, crítica y despego, no es otra cosa que el milagro de que la indiferencia no se ha apoderado de ti... porque estás enamorada.
Mientras confieses, sin que nadie te pregunte, en un ambiente cotidiano y sin celebraciones, que en este viaje por el tren de la vida, no querrías que me bajara yo antes en una estación, porque te asusta el dolor de seguir sola en un vagón vacío, y lo expreses con naturalidad, sin siquiera mirarme, poniendo los ojos en un horizonte de vías y cables, no cabe duda de que eso es porque estás enamorada.
Mientras escriba estas cosas, más allá del compromiso de las fechas, porque me salen desde lo hondo, y me sea indiferente la burla de los que están de vuelta de todo -que a lo peor han ido a muy pocas partes- y que a esto le llaman cursilería, con la misma boba superioridad con que a la panceta le llaman beicon, no te quepa duda que responde a la simple emoción de que estoy enamorado.
Y, mientras tú y yo nos cojamos del brazo, con la fuerza preventiva de los días de viento y frío, aunque haya atisbos de primavera y la atmósfera esté calmada, será porque ya hemos aprendido, en estos años, que ante las borrascas repentinas es mejor estar unidos, que eso produce mayor resistencia, y porque -no alberguemos dudas- estamos enamorados.