Luis del Val: “Sánchez, en colaboración con el Cobarde Prófugo, ha logrado la desintegración del terrorismo"

Habla el profesor del pacto que el PSOE ha cerrado con Junts y ERC de incluir en la amnistía los delitos de terrorismo sin "violaciones graves de derechos humanos"

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Luis del Val, sobre la nueva concesión a la amnistía de Puigdemont: el terrorismo

Luis del Val

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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en el pacto que el PSOE ha cerrado con Junts y ERC de incluir en la amnistía los delitos de terrorismo sin “violaciones graves de derechos humanos":

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Escucha el monólogo completo de Carlos Herrera del miércoles 24 de enero de 2024

Lord Rutherford descubrió la desintegración del átomo en 1917, y Pedro I, El Mentiroso, en colaboración con el Cobarde Prófugo, ha logrado la desintegración del terrorismo. Estamos sólo al principio, y ya habíamos asistido a la desintegración de la malversación, que quedaba dividida en la malversación delictiva de un concejal de derechas por no justificar 500 euros, y la malversación patriótica, de miles de euros, llamada así si la lleva a cabo un político secesionista.

En la nueva taxonomía están los terroristas de Primera División, los terroristas pata negra, y los terroristas Pepe Goteras y Otilio, terrorismo a domicilio, que son unos terroristas de mierda. Los CDR que aspiraban a ser unos terroristas de provecho, se han quedado en nada, después de lograr que más de 400 policías -pertrechados de chaleco antibalas, escudo y casco- tuvieran que recibir atención médica u hospitalaria. No es justo.

Destrozar coches de la Guardia Civil, paralizar uno de los aeropuertos más importantes de España, lograr suscitar el suficiente miedo para que una mujer muriera de un infarto, y resulta que se quedan en becarios de terrorismo.

Contemplando a Bolaños justificar la cínica desintegración, me he acordado de la madre de Anasagasti. Los del PNV al terrorismo callejero de la kale borroca no le daban importancia. Arzalluz lo denominaba “los chicos de la gasolina”.

Un día, los terroristas de la kale borroka subieron a un autobús, ordenaron a los viajeros que se bajaran, y que el que se quedara, que se atuviera a las consecuencias, porque iban a prender fuego al autobús. Una de las mujeres que desalojaron fue la madre de Anasagasti, demudada y aturdida por el miedo. Anasagasti se enfadó y -oh, milagro- la kale borroka fue perdiendo fuerza, y desapareció.

Estoy convencido que la madre de ninguno de estos que, hace unas horas, juraban con la mano en el pecho que no se iban a traspasar líneas rojas, tuvo una madre sufriendo los embates de los secesionistas. Porque una cosa es hacer el ridículo, todas las semanas, diciendo lo contrario de la anterior y, otra, contemplar a tu madre, aturdida por el miedo del terrorismo en acción. A no ser, claro, que haya algunos que por conservar el puesto de ministro o de cargo en el PSOE fueran capaces de vender a su madre.

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