Luis del Val, sobre Ábalos: “Su salida y su mutismo serán interpretados como culpabilidad”

Habla el profesor del ultimátum que el PSOE le ha dado al exministro José Luis Ábalos para que renuncia a su acta de diputado

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Luis del Val y el ultimátum del PSOE a José Luis Ábalos

Luis del Val

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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en el ultimátum que el PSOE le ha dado a José Luis Ábalos para que renuncie a su acta de diputado por el caso de corrupción de su mano derecha Koldo García:

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Escucha el monólogo de Carlos Herrera de este martes 27 de febrero de 2024

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La salida y mutismo de Ábalos serán interpretados como culpabilidad”

Sospecho que, no hace demasiado tiempo, María Jesús Montero le haría algún comentario halagador y simpático a José Luis Ábalos, y ha sido la más madrugadora en señalarle la puerta de la calle. Y no es nada personal, estoy convencido, pero cuando se pone en peligro el asiento donde reposan los culos de los dirigentes, no hay compañeros del metal, ni amigos, ni agradecidos que se preocupen dónde reposará el culo del señalado, porque la consigna general es “que le den”. Y le están dando.

Si Koldo fue la mano derecha de José Luis Ábalos, José Luis Ábalos fue la mano derecha de Pedro I, El Mentiroso, que tampoco -estoy seguro- le tiene manía, pero necesita que se vaya para que la atención no llegue a él. Al fin y al cabo, el invitado a que se vaya de la fiesta, fue el organizador de la fiesta que llevó a Pedro I, El Mentiroso al poder, bajo la consigna de “Abajo la indecencia de Rajoy”, que ha sido uno de los presidentes más decentes que hemos tenido. Ábalos, ahora, les molesta.

No hay corrupción mayor que vender el Estado a cambio de los votos de los que pretenden destruir el Estado

Como al PP le molestaba la mejor alcalde que ha tenido Valencia, Rita Barberá, y la izquierda le organizaba escraches delante de su casa, y los dirigentes del Partido Popular se portaron con ella como unos cerdos, o sea, con la misma falta de caridad que aplicaron a Francisco Camps, al que, juicio tras juicio, no le han demostrado ningún delito. Si eso les sucede a los inocentes, ya sabemos lo que le puede suceder a quien pretendía ser uno de los abanderados de la lucha contra la corrupción, y, de repente, su jefe, Pedro I, El Mentiroso, indulta a los corruptos golpistas para que nadie diga que se sienta a negociar con los corruptos.

No hay corrupción mayor que vender el Estado a cambio de los votos de los que pretenden destruir el Estado, y ya sólo faltaba que, además de esa mayúscula corrupción, aparezca la que entiende todo el mundo, representada por Ábalos. Si tiene espíritu de sacrificio se callará. Pero su salida y su mutismo serán interpretados como culpabilidad. Y la otra alternativa es tirar de la manta, pero debajo de la manta también estaba Ábalos, calentito al abrigo del poder. Difícil tomar una decisión, sobre todo porque, hasta hace poco, quienes le sonreían le dan la espalda o huyen si se les acerca. Y, en esa situación de noqueo reciente, no se tienen las ideas claras. Es lo que suele suceder cuando los asuntos son turbios.

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