Las traumáticas experiencias de los fósforos en malos hoteles
Madrid - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
¿Ha reservado alguna vez hotel por internet para pasar sus vacaciones o cuando ha hecho el viaje de su vida y al llegar al destino el establecimiento debaja mucho que desear?
Habrá quien ya se ha encontrado con una mala experiencia este verano o quien esté a punto de pasar por ello ya que estamos en pleno periodo vacacional. Pues no será el único. No se sienta desgraciado. Los fósforos han contado este lunes 19 de julio experiencias que dan desde miedo a mucho asco.
Ratas, cucarachas, moho en los armarios, olor putrefacto y sábanas sucias. Vamos preferible dormir en el suelo a meterse en aquella cama con esas sábanas tan sucias.
Macarena ha contado como un mal hotel le estropeó el viaje con sus hijos al Parque Warner. Lo habían reservado por intenet, "era un hotelito low cost, pero era peor que eso. Fui a abri la ventana y estaba pegada con cinta adhesiva y ponía: No abrir, peligro de derrumbe".
Lo peor fue cuando Macarena bajó a protestar a recepció. El recepcionista, de nacionalidad china le decía que no le entendía. Y les quedaba por ver lo peor, al abrir el armario salió una cucaracha voladora y cuando bajó a pedir algo para acabar con ellas, le decía el recepcionista: " ¿Para la cucalacha?"
Vicente viajó con su hermano y una maleta cargada de ilusión a China, en concreto a Guangzhou y cuando llegaron al hotel y subieron a la habitación se les cayó el alma a los pies. "El hotel no tenía luz, olía a podrido, estaba todo plastificado y por ahí no había pasado la limpieza nunca. El suelo era como un césped de corchopan, las ventanas no se podían abrir y con toda la humedad que hay en aquella zona...".
Pues eso no era lo peor, "el baño era un agujero en el suelo y salían ratas que iban por todas partes". Los hermanos intentaron cambiar de hotel, pero les fue imposible, no había habitaciones libres en ninguno de los miles de hoteles de aquella gran ciudad.
¿Qué es lo que pudieron ver durante un desayuno? "Debajo del hotel había un restaurante y como los chinos lo comen todo vivo, los escarabajos, … estábamos desayunando un té y veíamos a las ratas correr de un lado a otro. De pronto sale una culebra salió del acuario y seis ratas se fueron a por ella y se la merendaron".
Sin duda la experiencia de Vicente y su hermano es insuperable, pero tampoco es desdeñable lo vivido por Alberto al hacer el Camino de Santigo desde Italia. Tras una etapa de 40 kilómetros andando, Alberto llega una noche a "una especie de monasterio que era un centro de inmigración. Todo estaba mal, el inodoro roto que tirabas de la cadena de la cisterna y se salía todo. En mi habitación, las sábanas tenían el rastro de todos los que habían pasado por allí. Dormí en el suelo".
No fue la única mala experiencia de aquel año, "en la Lombardía llegué a otro albergue que era también un lugar de inmigración. Había sobre todo ciudadanos rumanos. Cuando llegué salieron dos con la cabeza vendada".
En Portugal, José Ramón y su familia habían hecho reserva en un hotel que más bien parecía una cárcel. Lo peor a la hora de dormir. "Aquellas camas no tenían somier, les habían puesto cajoneras debajo del colchón y no se podía dormir de duro que era". Por internet, el hotel era perfecto, desde las habitaciones se veía el mar.