Un oyente cuenta a Carlos Herrera qué pasó al decidir tumbarse en un prado en vez de ir al cole: "De repente"
Cuentan los 'fósforos' de 'Herrera en COPE' aquellas excusas y mentiras que han utilizado alguna vez para evitar situaciones comprometidas
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Espera un momento y tómate un tiempo. A ver si recuerdas cuando eras pequeño, estabas estudiando y alguna que otras vez tuviste algún problema con los deberes que te había mandado el profesor; no te aprendiste la lección para el examen o no te apetecía ir a clase.
Escucha 'La hora de los fósforos' de 'Herrera en COPE'
¿Sí o no? ¿Te acuerdas? Y ahora, piensa en lo que hiciste para salir ‘airoso’ de la situación y no tener que enfrentarte a ello. En ese instante inventaste alguna excusa, dijiste alguna mentira que te salvó… o no.
En este ámbito, el del colegio, es donde más excusas se utilizan y suelen ser las más ingeniosas y creativas; además, en muchas de ellas siempre hay un perro o una mascota que ha hecho algo con los deberes o los libros.
Pero también en el ámbito laboral hay una amplia lista de argumentos para faltar al trabajo, y suele haber coincidencias cuando nuestro equipo de fútbol juega la final de la Champions o La Liga, por ejemplo; o cuando se acerca un puente y curiosamente nos ponemos malos un día antes para poder disfrutar de más horas…
O por no hablar de esos compromisos familiares a ciertos eventos a los que no apetece ir. Sea cual sea la situación, seguro que alguna vez has recurrido a algunas excusas para librarte o lo has llegado a pensar.
Los que sí que las utilizan son los ‘fósforos’ de ‘Herrera en COPE’ que esta semana nos contaban algunas de ellas y sus consecuencias
Tumbado en el prado
Cándido es uno de los oyentes de Carlos Herrera que recuerda cuando estaba en el colegio. Por aquel entonces vivía en un pueblo de Asturias y todas las mañanas “iba caminando a la escuela acompañado de su hermana y resto de alumnos”. Un día, el profesor les mandó deberes y les dijo “el que no los haga que no venga”.
Este oyente no hizo los deberes pero tampoco se atrevía a decírselo a su madre por lo que decidió ir a colegio como todas las mañanas, pero como nos cuenta “intentaba quedarme retrasado fingiendo que me tenía que atar la zapatilla, o despistándome. Hasta que ya los perdí de vista, me salí del camino y me tumbé en el prado que hacía un sol muy bueno”.
Mientras Cándido disfrutaba del prado y de la tranquilidad algo pasó a los pocos minutos, “de repente, se nubló” dice. Él que estaba con los ojos cerrado notó algo raro así que decide abrirlos y “veo a mi madre que me cogió de la oreja y me llevó levitando al colegio”, relata.
Cuando llega al colegio confiesa este fósforos” que “tuve la valentía de decir que las matemáticas se me dan bien y que lo que había hecho era el 50% de lo que había dicho el profesor: que si no hacíamos los deberes no fuéramos al colegio”