Carlos Herrera: "Se va a otorgar la amnistía en el nombre de todos los españoles, en el suyo y en el mío"

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Señoras, señores. Me alegro. Buenos días.

Bienvenidos al viernes. Da malajón por excelencia, pero bienvenidos al viernes. En donde del veranillo, ya veranazo de san Miguel, se sigue alargando. Parece que la semana que viene empezará a cambiar o este sería el último fin de semana de calor riguroso, como nos ha dicho Maldonado. Y falta un día menos para el Mundial de España 2030, que como saben, se inaugura en Montevideo y que Marruecos quiere que acabe en Casablanca.

Herrera imagina la España de 2030

Ayer estaba escribiendo la columna de ABC. Me lo pasé muy bien ayer, escribiéndola a las 10 de la mañana, aquí en la radio. Y digo, voy a imaginarme una distopía que está muy de moda.

Bueno, pues estamos en 2030. Pedro Sánchez sigue siendo presidente del Gobierno. Luis Rubiales, por supuesto, sigue en la cárcel. El Mundial se inaugura en Montevideo y España le dice a Marruecos que le regala la final, que no se juega en el Bernabéu. Se jugará en Casablanca y además el campo del Barça se llamará Carles Puigdemont y habrá sido pagado con dinero público.

Y además, encima habrá una mascota que se llamará Progresito, que será un tío vestido de progre catalán o como dibujan hoy Gallego y Rey en El Mundo, una mascota transgénero cuyo diseño financiado por el Ministerio de Igualdad habrá costado un Congo de dinero público

Pero veo que me levanto esta mañana y me leo la prensa deportiva y confirmo que es que Marruecos quiere, exige que la final no se juegue en el Bernabéu, se juegue en Casablanca. Bueno, bueno, bueno. Qué divertido se va a poner esto.

El país de las ratas

Hoy hay una viñeta magistral de Nieto en ABC. Le dice una rata a la otra: 'No salgo a la calle porque no sé qué me da más miedo, ser víctima de un delito que deja de ser delito o perpetrar yo sin querer un delito nuevo', que es la mejor descripción de este país delirante que nos está quedando con los personajes que conforman la actualidad del día. Les voy a hacer un repaso rápido por todo esto.

Ya veremos qué queda en pie del modelo político que alumbramos en la Transición para el Mundial de 2030. O si en vez de dos elecciones en la Península Ibérica, España y Portugal hay cuatro o cinco, y la de España, como ya no estará la catalana ni la vasca, pues en vez de llamarla España, le llamen selección del Resto del Estado o algo parecido.

Si eso es imprescindible para que Sánchez siga siendo presidente en 2030, les aseguro que será así, por mucha distopía a la que uno se acoja para escribir una columna en el periódico.

Ayer la Junta Electoral multó a Pedro Sánchez por vulnerar la obligada neutralidad institucional en campaña. Es una anécdota menor de todo el catálogo de conductas impropias de un gobernante que acumula este personaje.

Pero es significativa y lo que se presenta como algo inminente es la imagen de Puigdemont volviendo como un héroe después de arrancarle la amnistía a Sánchez. El que huyó de España en un maletero, volverá como un triunfador limpio de polvo y paja después de haber humillado al Poder Judicial español en conjunto. Y de premio, además, se podrá presentar a las elecciones.

Eso gracias a esa amnistía que en nuestro nombre, en el nombre de todos los españoles, en el suyo y en el mío, va a otorgar [Sánchez] a los delincuentes del 2017.

Ayer escribía, recordaba Daniel Gascón en El País, que si los indultos fueron un perdón del Estado a los delincuentes, la amnistía significa que es el Estado el que pide perdón a los delincuentes.

Y todo esto ocurre ya ante nuestros ojos. Y eso es por reconciliación o por concordia. Es la generosidad con violines de la que habla Gracita Bolaños, este ministro que tiene ese discurso infantil, pueril, como el de la vicepresidenta.

Pues no, mire usted, si fuera así, Sánchez no se habría negado sistemáticamente a conceder la amnistía durante todos estos años. ¿O es que Sánchez y Bolaños descubrieron lo que era la generosidad el 23 de julio por la noche? Sánchez y todo el Partido Socialista están dispuestos a embarcarse en esta operación, que va a dejar a nuestra democracia severamente lesionada. ¿Por qué? Porque necesitan siete votos de Puigdemont para seguir en el Gobierno y a cambio de esos siete votos retorcerán todo el orden constitucional.

Ayer reconoció Sánchez que está negociando la amnistía.

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