Herrera: “Sánchez quiere enfrentar españoles, desenterrar odios y organizar crímenes contra la convivencia"

Carlos Herrera explica en qué consiste la Ley de Amnistía y cómo fue aprobada

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Carlos Herrera

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Miren, la deuda pública ha llegado al 122%, la tasa de paro está en el 14,6, el doble que Europa; el precio de la luz duplica al de hace un año; las previsiones de crecimiento se han desplomado dos puntos en el último mes; la sexta hola está por ahí dando vueltas y ¿cuál es la respuesta de este individuo que preside la Moncloa? Resucitar de nuevo a Franco, a ver si cuela. Levántate y anda, a ver si tengo suerte. Y con eso ni la deuda pública, ni el precio de la luz, ni el crecimiento desplomado, ni la birria de presupuestos que vamos a sacar adelante que tiene unas previsiones que no se las cree absolutamente nadie. El ‘francomodín’ que es ahora especialmente repugnante, como repugnante es la ley de Vendetta que ellos llaman de Memoria Democrática, la que hicieron Carmen Calvo y Félix Bolaños, que son dos secretarios de tomo y lomo. Y que ahora en mecanismo de enmiendas han mejorado todos los socios: Podemos, Esquerra… toda la escoria que rodea a este Gobierno.

El PSOE y Podemos quieren derogar también, pues como han hecho con las pensiones y quieren hacer con el mercado laboral, la Ley de Amnistía de 1977. Aquella ley no fue para dejar impunes a genocidas sin investigar crímenes contra la humanidad. Miren, fue una ley reclamada sobre todo por la izquierda y los partidos nacionalistas, solo Alianza Popular -que entonces era pequeñita- mostró reticencias y se abstuvo. La proposición de ley fue aprobada por 296 votos favorables, dos en contra, 18 abstenciones y un voto nulo. No se hizo para conceder impunidad a franquistas, sino para sacar de la cárcel o devolver del exilio a sindicalistas a comunistas, a anarquistas y, bueno, y miembros de ETA político militar original.

14 de octubre de 1977, he tenido la paciencia de consultarlo. Miren lo que dijo el comunista de Comisiones Obreras, Marcelino Camacho: “Nos hemos estado matando unos a otros, es necesaria una reconciliación nacional y nosotros hemos enterrado nuestros muertos y nuestros rencores”. Oiga, Arzalluz, del PNV “creemos en la instalación de la democracia que tiene como exigencia unánime la amnistía, entendida como un olvido de todos y para todos”. Txiki Benegas del PSOE, Rafael Arias Salgado de UCD, dijeron cosas muy parecidas; y ya les digo mostró reticencias, aunque su partido no votó en contra, el diputado popular Antonio Carro, que fue ministro de Presidencia en tiempos de Franco. Temió que llegara el desorden, la anarquía, la impunidad, etcétera. Bueno, pues se aprobó. Y esa era la manera generosa con la que todos, la derecha e izquierda, facilitaron la reconciliación y la llegada de la democracia, sin ajustes de cuentas, sin venganzas, sin pelotones de fusilamiento verbales o legales contra nadie. Y eso fue la amnistía, que no incluyo la impunidad ni el olvido.

En el año 2000 cuando, oiga, Pedrito y Pablito jugaban con chupetes se aprobó también por unanimidad el Congreso restituir a todas las víctimas y condenar las dictaduras. Bueno, pues en su tarea de reconstruir una memoria ficticia épica que convierta a la República en el paraíso, olvide que el primer tercio del siglo XX España fue una sucesión de revoluciones, golpes de estado y finalmente una guerra. Aquí el amigo ‘Derogueitor’ quiere ahora reabrir trincheras, acabar con la reconciliación, derogar la Transición por fascista; porque según él lo que hicieron PSOE-PC, UCD, nacionalistas, nuestros padres y abuelos fue una barbaridad y hay que derogarles a todos, o perseguirles por criminales o lo que haga falta por sacar a Franco en procesión y presentarse como el maquis que desde La Moncloa va a liberar y va a ganar la segunda vuelta de la Guerra Civil. Esto es una agresión a la convivencia y al mejor legado democrático de un país que con bastante grandeza, bastante grandeza, supo conquistar su democracia sin ruido y sin sangre. Y ahora agitar esos fantasmas, además de una tropelía histórica es un peligro público. Porque Franco ha muerto y España tiene gravísimos problemas, entre ellos, a un batracio -como hemos dicho esta mañana- incompetente y temerario, capaz de destruir el PIB -bueno y ya no digamos la memoria conjunta de un país que se merece otra cosa en La Moncloa-, dinamitar mediante un pasito más todos los días, dinamitar en lo posible el régimen, enfrentar españoles, desenterrar odios, cambiar la historia, organizar crímenes contra la convivencia, que además resulta inútil. Entre otras cosas porque es un bodrio jurídico que no tiene ningún recorrido, porque ninguna ley contempla en su aplicación la mirada hacia atrás.

Oigan, miren, en aquella amnistía no salió a la calle solo Marcelino Camacho, que afortunadamente dedicó los buenos años de su vida al bien de la política española, al igual que Santiago Carrillo, gracias al cual la transición dio buenos pasos hacia lo práctico, hacia adelante. ¿Por qué no buscan a los etarras que también salieron entonces asesinos y que tenían todavía crímenes pendientes? ¿O a los asesinos de Bultó y de Viola, que están ahí en TV3 dando clases todos los días? Ya si revisamos, vamos a revisar para todos. Esto es una enmienda la Transición en un momento en el que España tiene tan graves problemas, tan graves problemas. Se asoma a una quiebra técnica como el problema de la deuda no se embride y como Europa deje de asistirnos con la compra inmediata de toda la deuda que se proclaman y que se programa. Oigan, que no podemos distraernos ahora con estas maniobras de políticos baratos. Es una auténtica traición al pueblo español al que se le considera absolutamente imbécil.