Barbosa: "Sánchez es el culpable de que el Rey tenga que decidir si lo vuelve a proponer por tercera vez"
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Son las 8, las 7 en Canarias:
¿Qué tal? Buenos días. Saludos de Sergio Barbosa en nombre de la gente que hace posible 'Herrera en COPE' en este viernes 26 de julio. Nos estamos acercando peligrosamente a ese momento de idas y venidas en el que se van a cruzar los que vuelven de las vacaciones con los que se disponen por fin a echarse en manos de la “dolce far niente”, del no pegar ni chapa, de esa maravillosa sensación de decir “tengo tiempo para hacer ese viaje que siempre he querido” o para leer ese libro que lleva meses mirándote en la estantería con cara de pena.
Bueno, lo de ayer en el Congreso de los Diputados fue tan chusco que hoy el día se presta a la ironía y a los juegos de palabras. Los hay que juegan con el lema de Pedro Sánchez, con el famoso “no es no”, y se preguntan si eso no sería premonitorio del motivo por el que Pedro Sánchez ya ha pasado oficialmente a la Historia por él no y no, dos veces no. La primera vez que a un candidato le tumban en dos investiduras diferentes. Susana Díaz también utilizó ese número en su valoración de lo que pasó ayer en el Congreso. Y van dos dijo la mujer que las tuvo tiesas con Pedro Sánchez.
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Hoy los hay que fantasean con la idea de que en el PSOE hay algún rescoldo de resistencia para tratar de quitar a Sánchez y poner a otro candidato con el que Ciudadanos, por ejemplo, se pueda entender. Pues posiblemente lo llevan claro, sobre todo después de fracasar en su segunda investidura dejando a España sin Gobierno hasta nueva orden. A Sánchez le ha faltado tiempo para ir esta pasada noche a Telecinco a sacar su 'Manual de resistencia'. “Que dije que no habrá segunda oportunidad, que no habrá septiembre, bueno, eso lo dije antes. Ahora toca decir esto otro”.
Ahora toca ponerse a transitar caminos nuevos con los dos partidos del centro derecha, a los que demonizó en campaña electoral, para, a los dos segundos pedirles ayuda parlamentaria. Y al partido al que nombró socio preferente para luego marearle en una negociación surrealista, para acabar llamándoles, ayer mismo, poco menos que inútiles sin experiencia a los que no se les puede dejar gestionando el dinero público.
Como pirueta, desde luego, no está mal. Es un tirabuzón a la altura de lo que ahora intenta el PSOE: echar la culpa de este fracaso a todos menos a Pedro Sánchez. Y todo después de que el propio Sánchez en 2016 dejara dicho a Mariano Rajoy que el más votado es el que tiene la responsabilidad de formar gobierno y a quién hay que culpar, además, si no consigue articular una mayoría.
Bueno, pues ayer fue la historia de un fracaso sin paliativos, la constatación de que todos los errores acumulados de estos últimos tiempos tenían que acabar mal. Solo 124 votos a favor, el resto fueron 47 abstenciones y, ojo a la ironía de los números, 155 noes, como el artículo que se aplicó en Cataluña para frenar el golpe del 1 de octubre, cuya sentencia puede conocerse ahora sin que España tenga Gobierno.
¿Y ahora qué? Pues la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, será recibida hoy por el Rey y será Felipe VI el que decida si inicia una nueva ronda de contactos o deja pasar un poco de tiempo para descomprimir las cabezas de sus señorías.
Sánchez es el culpable de que ahora el Rey se vea en la tesitura de tener que decidir si vuelve a proponer por tercera vez a un tipo que ya ha fracasado en dos ocasiones. Y otra pregunta: ¿Se presentaría ante el Rey con un programa cerrado o lo haría otra vez así a ver qué pasa? Es decir, ¿ahora qué pretende este hombre que tiene empantanada la vida política en España? Pues parece que insistir en la idea de que le dejen pasar porque sí, utilizando a su favor la presión de que España llevará para septiembre más tiempo paralizada y con la sentencia del 1 de octubre más cerca todavía.
Es la enésima vuelta de tuerca del laberinto de Pedro Sánchez. Un laberinto que ayer desembocó en un pleno de investidura surrealista. Acabó con lo nunca visto. Ya no es que asistiremos a una investidura sin saber qué iba a pasar, es que la última oferta se hizo en vivo y en directo como si el Congreso fuera un zoco.
Delante de toda España, Pablo Iglesias lanzó su última oferta a la desesperada. Si me das esto renuncio a esto otro. No me des el Ministerio de Trabajo, pero déjame las políticas activas de empleo, que son 5.700 millones de euros a repartir entre las comunidades autónomas para fomentar la inserción en el mercado laboral de los parados. Una política que, en realidad, está en manos de las comunidades. Un movimiento estrambótico de un partido como Podemos, muy tocado que, en todo caso, acababa por dinamitar las relaciones con Pedro Sánchez.
Ese Pedro Sánchez que también hizo todo lo posible para desairar a Iglesias. Primero le retó con ironía al decirle que tenía razón en eso de que no será presidente, pero le cambio el “nunca” que pronunció Iglesias por el “ahora”, como diciendo “no soy presidente de momento”. Y, además, lo más grave puede que fuera que ninguneó a Podemos de una manera brutal, rompiendo ya todos los puentes con los de Pablo Iglesias, llamándoles novatos sin experiencia.
En realidad esto estaba muerto desde el momento en el que el PSOE filtró los documentos de la negociación. Esa fue la última jugada de los socialistas para evitar tener que gobernar con la izquierda más populista. Ahí empezaba otra vez la guerra por el relato. Y como al final todo se sabe, como al final todos los trapos sucios se acaban aireando, lo que debería ser discreto se ha contado de manera casi pornográfica en las televisiones y en las radios. Como eso de que en un momento determinado Carmen Calvo trató de puentear a Pablo Echenique llamando a Ione Belarra, pero Belarra se negaba a coger el teléfono porque el negociador era Echenique. Total, todo muy chusco.
Un asesor de Pedro Sánchez, Manuel Cabanillas, escribió ayer: “Todo tuyo Errejón”. Una frase que alimenta la sospecha de que en Moncloa han alimentado la idea de que amenazar con elecciones puede destrozar a Podemos y que por eso la negociación ha sido un paripé. El espectáculo que han dado los dos grandes partidos de la izquierda ha sido tan memorable que los nacionalistas y separatistas esperaban sacar tajada de este artefacto y han sentido verdadero estupor. Esquerra Republicana y el PNV deberán esperar a mejor ocasión para tener un Gobierno de la nación a merced de su apoyo parlamentario. Ayer, desde luego, se les veía lamentándose.
Rufián estaba deseando un deseando un acuerdo porque, como él mismo reconocía, en otoño Esquerra ya no estará para hacer política. Con la Diada y la sentencia del 1 de octubre tan cerca, pues se meterán otra vez en la demagogia y el victimismo. Ese es el nivel que tenemos. Por lo menos son sinceros.
Pues con la investidura fallida otra vez volverán a escucharse las voces desde la economía y la política que pedirán al centro derecha que se abstenga, que facilite un acuerdo por el bien del país. Y aquí se volverán a escuchar seguramente las mismas respuestas: ¿Cómo pactar con el presidente que demoniza a la derecha y que se apoyó en los que quieren destrozar España para entrar en Moncloa con aquella moción de censura? El laberinto español sigue esperando una salida, mientras Albert Rivera se ratificó ayer en el veto que lo condiciona todo.
Y aquí las miradas se vuelven hacia el Partido Popular. Algo nos dice que el mundo económico y una parte importante del político y social en España se volcará en pedir a Pablo Casado un gesto que permita desbloquear la situación. Casado que, en caso de elecciones, podría salir fortalecido; Casado que mantiene la mano tendida, pero solo para pactos de Estado porque es en lo fundamental también está aliviado de no haberse dejado enredar por Pedro Sánchez.
Decíamos que hoy el día se presta para juegos de palabras como el “no es no”. Y ayer el día se prestó a las citas. Santiago Abascal parafraseó a Unamuno: “Ni venceréis ni convenceréis”. Aitor Esteban citó al general Patton: “La presión hace diamantes”. Y en eso está Sánchez, en seguir aumentando la presión sobre la política española para conseguir su diamante, que no es otro que el Palacio de la Moncloa. Faltó que alguien citará a Winston Churchill cuando dijo que la democracia lo bueno que tiene es que no permite que un país tenga mejor Gobierno del que se merece. La responsabilidad ha sido de Sánchez en base a lo que votamos todos los españoles. Somos como somos para lo bueno y para lo malo y a ver si entre todos salimos del laberinto.