Herrera: "Los que escupen y llaman fascista a Borrell son los mismos que lo han hecho ministro"
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Señoras, señores, me alegro, ¡buenos días!
Espero que estén bien al recibo de la presente. Es jueves 22 de noviembre del 2018. Es un día para hablar de varias cosas. En fin, no necesariamente magníficas o ejemplares porque Bruselas le llama la atención al Gobierno de España, el Fondo Monetario Internacional también, también la OCDE le dice que no son creíbles las cuentas, le dice que... Hombre, hay mucha deuda, muy poca política real de corrección de los desequilibrios, que no son realistas...
De momento, luego el Gobierno se carga por las bravas al señor Edmundo Bal, abogado general del Estado, que es un jurista brillante, aplicado y lo eliminan por el carácter sectario y los tejemanejes de una ministra como la señora Delgado, lo cual crea mucho más que melancolía. La melancolía no es la palabra apropiada porque es un mensaje para todos, como quiero decir: “No salgáis del tiesto, que el que se sale del tiesto, sale del jardín”.
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Y luego, ayer la sesión en el Congreso de los Diputados que fue pletorica. Déjenme utilizar esta palabra. Miren, curiosamente ayer estábamos en GSK hablando de esputos, bueno, hablando de... En fin, de la EPOC, ¿no? esta enfermedad pulmonar obstructiva que cursa, entre otras cosas, puede cursar con esputos, que son una secreción mucosa, como saben ustedes, de varios tipos porque los hay purulentos, es decir, los que llevan un pollo dentro, lo son herrumbrosos, mucosos, sedosos... En fin, cualquiera que se haya asomado a la neumología... En fin, estas cosas las sabe, va de sua.
Pero es que también existe el esputo político. El esputo del odio, que es el que vimos ayer en un escenario completamente degenerado y patas arriba como fue el del Congreso. Oiga, llevamos mucho tiempo dedicándonos a esto, contemplando muchas sesiones de control, asistiendo a muchos plenos en el Congreso de los Diputados y debo decirle, yo no sé si los que tienen también mi edad y también han visto lo mismo que yo, que lo de ayer, pues la verdad, es prácticamente inaudito o inédito.
¿A qué me refiero? A la puesta en práctica de algún cierto matonismo de feria, matonismo de barrio, como dice Gistau, un pistolerismo verbal que nos remite al Parlamento de los años 30, que era lo que era, una muestra en este caso de la degeneración política que ahora mismo estamos viviendo. ¿Como saben ustedes qué ocurrió? Se levantó el señor Rufián, por llamarle de alguna manera, y llamó al ministro Borrell fascista, indigno , hooligan de extrema derecha... No sé por qué le cogió exactamente ayer con Borrell.
Miren, podrá ser muchas cosas, pero, desde luego, ni es fascista, ni es hooligan, ni es de extrema derecha, ni es de... Es un señor, hombre, formado, con una carrera política que ya quisieran muchos tener y, además, de ser de lo más serio, de lo más consistente de este Gobierno. Bueno, pues le llama todo eso.
Ana Pastor le ordena que abandone la Cámara, y cuando se está marchando, un pájaro que se llama Jordi Salvador, este diputado del partido golpista, Esquerra Republicana, insisto, partido golpista, este diputado golpista, que es de los que divulgaba los alojamientos de los policías durante el 1 de octubre y la Diada para que le fueran acosados, linchados verbalmente, tal y que cual, hace el gesto de escupir al señor Borrell.
Hombre, ahora no nos detengamos en si salió esputo o no salió esputo. Si el esputo llevaba nervio o no llevaba nervio. Si realmente... Simplemente hacer el gesto. El gesto es lo que realmente importa. Ellos lo niegan, pero verán, yo entre la palabra de Borrell y la palabra de un golpista, pues me fío más de la palabra de Borrell, como es evidente. Entre otras cosas, porque si no es verdad, desde luego, es verosímil habida cuenta los antecedentes de cada uno.
Llamarle fascista, en fin... Esto... Por cierto, una aclaración. Llamar a alguien golpista es una descripción de los hechos. Llamar a alguien fascista es un insulto que, por cierto, se divulga tanto que ya somos todos fascistas aquí. ¿Quién no es fascista? Bueno, ya el que no sea fascista, perdóneme, es que algo no está haciendo bien.
Bueno, Borrell le replicó hablando del serrín y del estiércol, que es una forma gráfica de definir la forma de actuar de este individuo y del resto de individuos. Pero hay que recordarle algo al señor Borrell. Estos del serrín y del estiércol son los que van a visitar los socios o enviados del Gobierno a las cárceles. Y son los que tienen los votos gracias a los cuales el señor Borrell es ministro. Fíjense ustedes qué tremenda sensación. Y algunos dicen: “Hombre, tendría que haberse... El Gobierno en pleno haber apoyado el señor Borrell, haber roto relaciones...” Ya, ya, pero es que los mantienen.
Por eso salió Sánchez e hizo una nota beatifica extendiendo las culpas a todos y diciendo que todos tienen la culpa. No, no, vamos a ver, todos no. El que tiene la culpa es el que escupe. El que escupe que, además, es socio tuyo. Y tú también tienes la culpa, eso sí es verdad, por tener a esos socios. Y por dejar solo a Borrell. No se le puede dejar solo al señor Borrell en este caso, que le aplaudieron más los diputados de Ciudadanos que los propios del PSOE.
Bueno, y ahora se va a Cuba, Pedro Sánchez, ya veremos exactamente a qué. Es un viaje que, en fin, siempre suscita críticas que quizás son demasiado exageradas porque, tal vez un viaje de Estado es un viaje que puede servir a los intereses de España en la isla, que son muchos, eh. La inversión española en Cuba es notabilísima. Hay que defender los intereses de esos empresarios, hay que buscar nuevos horizontes y, sobre todo, conseguir que a esos empresarios no les arruine el régimen, que luego no les paga.
Otra cosa es si tú haces como Obama y te reúnes con la disidencia, que hasta ahora no está previsto. También es verdad que reunirse con la disidencia son cosas que no se anuncian. Se hacen. Así que no nos adelantemos y esperemos que llegue, haga lo que tenga que hacer, y luego ya veremos lo que tengamos que decir.
Y lo del esputo, miren, para Rufián Borrell es un traidor porque es catalán y forma parte, dice Rufián, de Sociedad Civil Catalana, como si eso fuera un delito, eh. Y estos son profesionales del odio con los que no se puede hablar absolutamente nada. También es verdad que tipos como Rufián luego acaban como juguetes rotos, eh. Pero él ahora mismo se siente un héroe. Le estamos haciendo un héroe. Yo ahora mismo lo estoy haciendo un héroe ante los suyos. Le encanta que digamos todo esto. Y los que le votan también les encanta porque le han votado para eso, no para otra cosa.