Sergio Barbosa: “El feminismo radical de Podemos le ha costado al PSOE 873.000 votos masculinos”
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¿Qué tal, buenos días? Saludos de Sergio Barbosa, en nombre de la gente que hace posible ‘Herrera en COPE’ en este martes 20 de junio de 2023.
El Camino de Carlos Herrera
A las cuantas andará, por cierto, Carlos Herrera, en su periplo por el Camino de Santiago. Por esos caminos solitarios, a esas horas a las que todavía no ha salido el sol.
Dentro de un rato escucharemos por dónde se anda y hasta que no lo hagamos no nos quedaremos tranquilos porque, a ver, no queremos sonar muy a madre, pero se escucha cada cosa por ahí que uno vive siempre un poco como inquieto.
Uno ve las cosas que pasan por ahí y se acuerda de Tonino Carotone cuando cantaba aquello de ‘E un mundo dificile’.
Polémica por la decisión de una empresa de telemarketing ante el fallecimiento de una trabajadora
Fíjate si es difícil, que todavía no salimos de nuestro asombro al saber que los sindicatos han exigido que se le abra una investigación a una empresa de telemarketing, de estas que organizan centros de llamadas y que daban servicio a una compañía eléctrica porque a una teleoperadora le dio un vahído el pasado martes; pero un vahído, que va vamos, se murió. Y los responsables del call center, situado en Madrid, le dijeron a los compañeros de la finada que siguieran atendiendo las llamadas.
Y la fallecida, pues allí recostada sobre su puesto de trabajo. Y así dicen que estuvieron dos horas.
Ahora los responsables del call center aseguran que le dijeron a los empleados que debían continuar en sus puestos porque son un servicio esencial y que al final les ofrecieron teletrabajar. Pero, vamos, que hay un lío bastante gordo con ese asunto.
Así que estaremos atentos a las conclusiones que puedan salir de esa investigación. De igual manera que hoy la actualidad nos obliga a estar con los dos ojos puestos en la constitución de dos parlamentos autonómicos: el de Baleares y el de Extremadura.
Baleares y Extremadura: ¿entendimiento de PP y Vox?
Y, claro, ahí te quiero ver, porque es otro de esos embudos, de esos “pasos estrechos” del calendario institucional, en los que PP y Vox están obligados a entenderse o a escenificar, con toda crudeza, todo lo contrario: que no se entienden.
Y ayer una de las ideas que nos dejó Narciso Michavila, en la interesante charla que mantuvimos con él, es que la marea azul que se vio el 28M es un hecho, un hecho muy difícil de frenar, pero que si algo puede perjudicar al bloque de la derecha es que PP y Vox, en estas próximas semanas, se pierdan demasiado en chocar entre ellos.
Bueno, pues en Baleares la cosa parece que está bastante encaminada porque el PP ha cedido la presidencia del Parlamento a Vox y, además, a cambio de poder gobernar en solitario, los populares han hecho una serie de concesiones en su programa de gobierno que van desde garantizar la elección de la lengua en el modelo educativo, coordinar a las fuerzas de seguridad para luchar contra las mafias que trafican con inmigrantes ilegales y garantizar la asistencia a las mujeres que sufren violencia, pero llamando a eso violencia intrafamiliar subrayando que hay que proteger, dicen, a mujeres, niños y ancianos.
El caso es que, desde hoy, hay 15 días para que la popular Marga Prohens se presente a la investidura y su intención, como vemos, es hacer como en Murcia: gobernar en solitario. A ella le faltan 4 diputados y lo tiene encarrilado; al murciano López Miras sólo le faltan dos, pero al no haberles dado la presidencia del Parlamento están todavía sin acuerdo.
En todo caso, la cita más complicada del día, en esa complicada relación que se traen PP y Vox, puede estar en Extremadura.
Allí también se constituye esta mañana la mesa del Parlamento, que pondrá en marcha la cuenta atrás de los plazos institucionales: 15 días para proponer a la popular María Guardiola como candidata a la investidura y otros 15 días para celebrar ese pleno de investidura.
El tema está en que Guardiola ha propuesto a Vox presidir la mesa de la Asamblea, a cambio de que la dejen gobernar en solitario, sin consejeros de Vox en el nuevo gobierno extremeño. Y ahí es donde los de Vox, en este caso, en el caso extremeño, han dicho que no, que renuncian a la mesa del Parlamento porque lo quieren es tener consejeros, como en la Comunidad Valenciana.
Jorge Buxadé dejaba claro desde la dirección nacional de Vox que no se van a conformar con cualquier cosa en los gobiernos autonómicos que están todavía por formarse. Y ahí va a estar una de las claves informativas de esta jornada que está comenzado.
Porque el PP extremeño también dice que su oferta es firme, y que son los miembros de Vox los que tienen que “recapacitar”, porque si no ellos irán hasta el final, amagando incluso con una repetición electoral.
Nos han dicho que a las diez de la mañana tienen otra reunión, así veremos qué sale de ahí.
Los decálogos electorales
Y, mientras tanto, pues mire, esto es un no parar.
Hay tal frenesí de propuestas, que aquí se diría que usted y yo no hemos llegado más lejos en la vida, porque nunca se nos ha ocurrido presentar un decálogo, así en plan ‘Urbi et orbi’.
Aquí parece que, como no presentes un decálogo, no eres nadie. Núñez Feijóo presentó ayer uno sobre lo que hará nada más llegar a Moncloa, si es capaz de llegar a Moncloa el 23 de julio. Y Santiago Abascal presentó otro decálogo para dejar claro de una vez qué piensa y qué no piensa Vox sobre la violencia machista.
De lo de Feijóo, destaca su compromiso de reducir ministerios, hacer una auditoría para saber cómo están las cuentas del Estado, bajar impuestos (si es que las cuentas del Estado no les dan el susto padre), recuperar la sedición y la malversación, revisar las leyes que se han aprobado con Bildu, garantizar la independencia judicial y luchar contra la violencia de género.
Un punto en el que Feijóo quiso hacer especial énfasis, habida cuenta de las polémicas surgidas últimamente, en torno a determinadas declaraciones de dirigentes de Vox.
El PP no quiere ni media polémica con este asunto, porque cree que todo lo que no sea dejar las cosas clara puede ahuyentar a ese votante del PSOE, enfadado con Sánchez, y que está pensando en votar al PP el 23 de julio pero que como vea a Vox danzar demasiado por ahí con el PP, lo mismo se lo piensa.
Es lo que le sale al PP en los estudios demoscópicos y estos días, todos los partidos están obsesionados con esas encuestas internas para no perder ni medio votante.
El caso es que, como decíamos, Santiago Abascal también ha presentado un decálogo. En este caso, para tratar de explicar que Vox sí condena la violencia contra la mujer, faltaría más, pero que no cree en el concepto de violencia de género porque eso del género está muy politizado.
Ciertamente, el término “género” suscitó debate hace unos años porque, hasta no hace mucho “género” tenían las palabras: masculino, femenino y neutro. Las personas lo que tenían era sexo: masculino y femenino.
Pero la izquierda española, allá por los tiempos de Zapatero, adoptó ese término, de factura anglosajona, adoptando la traducción de lo que en inglés es el “gender”. Y una vez fijado el género como concepto, lo siguiente ha sido cuestionar últimamente ese mismo concepto para hacerlo fluido y abrir el debate en el que estamos ahora de si el género te lo puedes cambiar en el registro civil una mañana, porque lo importante sea lo que sientes y no lo que eres. El género sentido.
Bueno, si Vox quiere dar ahora esa batalla conceptual y tratar de revertir la manera en la que se llaman las cosas, pues está en su derecho de intentarlo y seguro que tiene su público. Pero bien está que Abascal dejara claro ayer que hay un problema de violencia contra la mujer y que se debe combatir sin frivolizar con ello.
Aquí lo que debería plantearse Vox es si en todo este tiempo, desde un punto de vista ya de pura “comunicación política”, podrían haberse explicado algo mejor o haber sacado este decálogo antes.
En todo caso, ojalá, ojalá, esta polémica pase pronto y más allá de debates conceptuales, quede claro lo importante: que es la protección de las mujeres maltratadas, la prevención para evitar las agresiones y el castigo contundente para los agresores.
Que eso es algo en lo que, paradójicamente, la que ha desconcertado últimamente a la ciudadanía es la izquierda. Porque mucho blandir el feminismo y enfadarse porque a la violencia contra la mujer no se la llame violencia de género, pero luego, a la hora de la verdad, algunas feministas de izquierda te salen con eso de que ellas no son punitivistas y que su objetivo principal no es que los violadores pasen mucho tiempo en la cárcel.
Acuérdense del cachondeo infame que se trajeron las personajes del Ministerio de Igualdad cuando decían, ( una vez que ya habían metido la pata con el ‘sólo sí es sí’), que qué más da que un violador condenado a 12 años, salga habiendo cumplido solo diez. Que, total, por dos años.
Pues, miren, serán muy feministas pero cuando dicen eso, el español de a pie se queda tan bizco, como cuando un dirigente de Vox suelta la frase, sin más, sin matizar, de que “no hay violencia machista en España”.
Pedro Sánchez y la violencia machista
Y fíjense, esto de la violencia machista es tan enrevesado, si uno se empeña en hacerlo enrevesado que hasta Pedro Sánchez se metió ayer en el lío. Porque en una entrevista radiofónica de estas que está concediendo esta semana a tutiplén a un montón de medios, menos a los que todavía no se atreve a veni, Sánchez dejó caer a Irene Montero al decir que el feminismo que se gasta Montero no es integrador, sino agresivo con los hombres. Y que él ha notado en algunos amigos suyos de 40 o 50 años que están a la defensiva con el feminismo y que eso es malo para el feminismo.
Para el feminismo, y sobre todo, para el PSOE porque en Ferraz se han dado cuenta de que el feminismo radical de Podemos le ha costado al PSOE 873 mil votos masculinos que ahora Sánchez quiere recuperar en la medida de lo posible.
Claro, ahora el precio a pagar es haber enfadado a un sector de feminismo que está fumando en pipa porque Sánchez, tan feminista él, ha venido a dar la razón a los señoros de 50 años que no entienden el feminismo y lo que tienen que hacer esos machirulos es fastidiarse y no que Sánchez, a estas alturas, empiece a ser comprensivo con ellos, y tal y cual.
De hecho, ayer Montero respondió a Sánchez de forma implícita al poner en Twitter una foto con la frase: “Perdonen las molestias, pero es que nos están matando”. Pues, miren, si Sánchez tiene que pedir perdón a esas feministas, se lo pedirá sin mover una ceja, porque si algo ha quedado claro en sus declaraciones de las últimas horas es que tiene la cara del material con el que se hacen los cascos de la Fórmula 1.
Una entrevista con Sánchez, con un entrevistador que no le haga un masaje, siempre va a tener el morbo de ver a un periodista cantarle a la cara las verdades del barquero. Pero que nadie espere que Sánchez se vaya a descomponer por eso. Si a Sánchez no lo ha matado ya su terrible hemeroteca, ya no lo mata nada.
Por eso es capaz de decir, sin ponerse colorado, que él trató de convencer a Irene Montero para que recapacitara antes de aprobar la Ley. Como si él sólo fuera un pobrecito por ahí, sin capacidad de frenarla.Total, sólo era el presidente del Gobierno del que formaba parte Montero.
Y tampoco tiene problemas es decir que él no tiene un pacto con Bildu y que simplemente hay una “dinámica parlamentaria” con acuerdos puntuales sobre leyes puntuales. Toda la escenografía de blanquear a ETA que pusieron en marcha Lastra y Simancas el día de la foto infame, que Otegi haya reconocido que están en la dirección del Estado y que dejaran que fuera Bildu la que se luciera presentando la Ley de Vivienda, eso es casualidad y los españoles se chupan el dedo.
Y, como eso todo. ¿Qué si miente más que habla? Que va, él dice que, en realidad, lo que pasa es que cambia de posición política. Y ese es el problema de Sánchez: que ha demostrado ya, por activa y por pasiva, que no tiene palabra.
Que lo diga hoy, puede no valer mañana porque él tiene el comodín del cambio de posición política, con lo cual es un personaje que, en cada cita electoral, le va a pedir al votante un cheque en blanco para hacer lo que le dé la gana. Por eso el 23 de julio ya nadie se podrá dar por engañado si consigue mantenerse en Moncloa.